Bastaría ver las noticias en esta semana para saber la crisis global que vivimos. Esta frase se encuentra vigente cuando se lee que la humanidad está en crisis desde que se concibió como tal, o desde que se tiene conocimiento. Siguiendo la premisa de Aldous Huxley, “quizá la más grande lección de la humanidad es que nadie aprendió jamás las lecciones de las humanidades”.
Incluyo este extracto del capítulo 9 de Conversaciones con Dios de Neal Donald Walsch que brinda un ejemplo de lo que pasa con las entidades de poder: “El Estado quiere que creas que el asesinato resulta perfectamente defendible cuando responde a una necesidad puramente política. En realidad, el Estado necesita que lo creas para poder existir como entidad de poder. Las religiones quieren que creas que el asesinato resulta perfectamente defendible para extender y mantener el conocimiento de, y la adhesión a su verdad particular”.
El ser humano justifica lo que hace, ninguna persona hace nada inadecuado, según su modelo del mundo. Son los otros los que están mal.
«No obstante, consideraba que puede
reformarse si se somete a la orientación de
un maestro, si doblega sus inclinaciones
mediante la disciplina física y mental…»
Así mismo el filósofo confusionista Hsun-tzu (298-238 a.C.) pregonaba que el hombre era malo por naturaleza, inclinado a la ambición, la envidia y el crimen. No obstante, consideraba que puede reformarse si se somete a la orientación de un maestro, si doblega sus inclinaciones mediante la disciplina física y mental y si cultiva la humildad paciente y continua. Sólo así vencerá su naturaleza y adquirirá la sabiduría. Sin embargo, la fuerza de la maldad es tan avasallante que nunca estará garantizada la benevolencia en el ser humano.
En otra línea de interpretación, el filósofo Francés Jean Paul Sartre indicó que las personas podemos soñar, imaginar y desear algo que no existe, que no está en nuestro aquí y ahora. Para lograr nuestros propósitos nos valemos de la negación de lo que está ante nosotros.
El mundo está atiborrado de referentes culturales que expresan las crisis, las cuales se generan casi que de manera automática. William Golding en su novela El señor de las moscas (1998), narra la conducta de un grupo de niños ingleses, quienes luego de sobrevivir a un accidente de aviación en una isla desértica, intentan organizar su propia sociedad lejos del mundo adulto y de los valores ético-morales de la cultura Occidental. Sin embargo, una vez que fracasan en su intento, se transforman en cazadores salvajes y primitivos, cuya única ley es el odio y la violencia.
«La novela describe la sociedad moderna
como si hubiese virado hacia su pasado más
remoto, pues el terror planetario y el deseo de
dominación suprimen las normas éticas…»
La novela describe la sociedad moderna como si hubiese virado hacia su pasado más remoto, pues el terror planetario y el deseo de dominación suprimen las normas éticas y morales asimiladas, y dan rienda suelta a las pulsiones destructivas, latentes siempre bajo las costumbres civilizadas.
En conclusión, mientras los seres humanos nos sigamos negando, sigamos teniendo como referentes a artistas, deportistas, estrellas; mientras sigamos creyendo que no necesitamos de un guía que ha alcanzado la máxima maestría, seguiremos viviendo tiempos de crisis, que al parecer no han servido para sacar provecho de ellas ya que seguimos repitiendo patrones a lo largo de la historia.
Gracias por la reflexiòn tan simple, pero al mismo tiempo profunda.
Negar lo que somos realmente como humanos ( no saber quien o què somos), y tener como referentes a otros, que tampoco saben quienes son o què son!, nos mantedrà en una crisis interminable.
ONS.
Y para colmo a los que decidimos andar el Sendero del Ser, se nos dice que somos víctimas de un secta. ¿Y qué mayor secta que una familia dogmática?¿O cualquier empresa en la que podamos dejar que nos absorba durante el horario laboral o personal?
El libro de José Saramago «El ensayo sobre la ceguera» es otro espantoso referente. Aún siento el horror de sus palabras cuando lo leí.
OM NAMAHA SHIVAYA, es lo único y más grande que puedo decir.
Gracias, siempre.