La palabra woke no es nueva, pero volvió a cobrar vigencia desde 2013, cuando la llamada generación Z, nacida a partir de 1995, llegó a la universidad y se convirtió en una especie de guerrera de la justicia. Desde hace unos años, un grupo de personas conscientes de los problemas del mundo, vive pendiente de lo que otros hacen mal para poder aleccionarlos. A este tipo de gente vigilante y consciente se les llama woke, una palabra de lengua inglesa que significa despertar. “Bajo este término se incluyen todas aquellas que están alertas al racismo, la discriminación racial y la injusticia, entre otros temas…. Woke en ese sentido es un despertar”.
El abogado Greg Lukianoff, presidente de Fire, grupo defensor de la libertad de expresión en las universidades de Estados Unidos, empezó a observar señales de ese movimiento desde 2014 cuando aumentaron las iniciativas estudiantiles para cuestionar a oradores y conferencistas por considerar que su mensaje oprimía de alguna manera al cuerpo estudiantil. “Si la universidad ignoraba las peticiones y mantenía la invitación, bloqueaban la entrada a la sala de conferencias o gritaban tanto que nadie podía escuchar al panelista”.
“De los eventos celebrados entre 2000 y 2018,
aproximadamente un tercio
fue objeto de protesta o sabotaje.”
Según la contabilidad de Fire, entre 2000 y 2018 hubo 379 iniciativas para cancelar invitaciones a hablar en universidades en Estados Unidos, aunque la mayoría se dio a partir de 2013. De estas peticiones, casi la mitad tuvieron éxito. La otra mitad, los eventos que sí se celebraron, aproximadamente un tercio fue objeto de protesta o sabotaje.
A raíz de los nuevos episodios de racismo y de la indignación desatada por casos como el asesinato de George Floyd, sus rectorías han creado poderosos comités, ideologizando los temarios e incluso organizado confesiones públicas de prejuicios raciales. Un clima dogmático que, como tal, no tolera herejías.
El movimiento ha sido una suerte de catalizador público y ha contribuido a poner la lupa sobre injusticia latentes. Al mismo tiempo ha ayudado a extender la sospecha por el espectro social, obligándonos a elegir entre la opción de ser víctimas o verdugos.
Uno de los fundamentos de esta corriente es la interseccionalidad, la cual hace referencia al solapamiento de dos o más formas de discriminación, fruto de la confluencia de varias “identidades oprimidas” en una misma persona o grupo. Este concepto permite comprender por qué Black Lives Matter (BLM), una organización pensada en teoría para combatir el racismo, impulsa con fervor otras causas como la lucha contra el patriarcado, la “heteronormatividad” o el capitalismo que se refiere a la superposición de las discriminaciones”.
“La culpa es colectiva
y se hereda por el simple hecho
de nacer blanco.”
La “culpa blanca” puede entenderse como la otra cara del privilegio: si los blancos viven mejor, es por la discriminación histórica que pesa desde hace siglos sobre las minorías raciales –sobre todo, la esclavitud– y que en la actualidad demanda un programa de “reparaciones”. La culpa es colectiva y se hereda por el simple hecho de nacer blanco.
Según el teólogo, histórico estadounidense Richard Albert Mohler, tras analizar algunos textos de la organización, la ideología woke ha cambiado la lucha de clases por la lucha de identidades. La vida social queda así reducida a un conflicto permanente entre opresores y oprimidos. El objetivo es la transformación de la cultura y de la sociedad a la medida de los postulados de BLM, que incluyen la “visión del mundo de la revolución sexual”. A diferencia del movimiento por los derechos civiles de los negros de los años 60, que buscaba “la corrección de la conciencia y la cultura americanas” con espíritu constructivo, los activistas woke quieren desmantelar la civilización occidental, en la que ven la fuente de un sistema opresivo.
En este sentido, la lucha contra el racismo y la desigualdad racial puede significar la estocada final a una generación “maldita”, pero no puede ser desde el chantaje de; o asumes sus premisas ideológicas y bendices sus métodos, o eres cómplice de racismo.
Además, lo paradójico es que la ansiedad por lo identitario nos deja sin los recursos necesarios para descubrirnos a nosotros mismos, una estrategia obsesiva por la censura, y un debate público empobrecido y radicalizado entre privilegios y culpas.
Fuentes consultadas https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/la-cultura-woke-que-es-y-por-que-meghan-markle-es-su-princesa/202141/ https://www.elagoradiario.com/sociologia/generacion-woke-fanaticos-de-un-nuevo-puritanismo/ https://www.aceprensa.com/politica/la-trampa-de-la-ideologia-woke/ https://www.thepublicdiscourse.com/2020/06/65132/
ONS. Hola! Me gusto mucho el artículo fue esclarecedor para mi entender un poco todo este movimiento igualitario, sobre todo la entender que tanta censura e igualdad nos hace más difícil reconocernos. Pero me quede con ganas de más, es como si me hubieran cortado la película en el momento del clímax, pero con muchas ganas de investigar más. Muchas gracias.
Excelente artículo! SKY Venezuela, sin caer en quien tiene razón, cuanto aciertos en los postulados de la autora.
Realmente encuentro contradictorio que se quiera superar las injusticias sociales no dejando hablar al que piensa diferente. Este movimiento quiere superar el racismo y no se dan cuenta que promueven un racismo a la inversa. Realmente tienen mucho que aprender de Gandhi y Mandela en cuanto a en reconocerse en el otro.