Es una condición natural del ser humano observar el comportamiento del otro, resultándole más fácil poder identificar patrones de personalidad o carácter, de cualquier índole, pero resulta mucho más difícil poder observarse a sí mismo con la misma claridad. Así que la capacidad de poder observar(se) y la cualidad desde donde se hace es un tema amplio de constante revisión para alguien quien busca la perfección de su Ser.
Hay que analizar ambos lados de la misma moneda. Por un lado, el acto de observar al otro; ¿desde dónde se hace? Cuando se ha avanzado un poco en las artimañas del ego se sabe lo difícil que puede ser hacerlo de forma objetiva. Es muy fácil caer en el juicio, en la reacción, la soberbia, entre muchos otros recovecos del ego, así que, casi que paradójicamente, la mejor manera de observar al otro es observándonos a nosotros mismos en el acto de hacerlo, esa podría ser la clave más importante para poder sacar un provecho valioso para sí mismo del acto de observar al otro.
Cuando la convivencia es constante, muchas veces sentimos la necesidad de poder hacerle llegar al otro nuestra opinión acerca de alguna actitud que puede hacernos sentir incómodos, nos parece hiriente o nos puede generar molestia o hasta rabia. Tener la sensibilidad y la habilidad para poder acercar a otra persona de confianza una observación sin que sea provocativo, desafiante, victimizante o confuso, requiere ante todo una serenidad y centro al momento de comunicarnos, para poder mantener la razón y el juicio sin caer en la reactividad y la exacerbación.
Es un ejercicio de probarnos a nosotros mismos, que seguramente muchas veces hemos vivido, pero pocas veces hacemos un trabajo en retrospectiva para determinar qué tal actuamos, si acercamos lo correcto, en el tono correcto y se mantuvo un nivel de comunicación respetuoso y digno. Seguramente muchas veces pasamos esa prueba, y otras no, pero lo importante es no dejar pasar la oportunidad de autoobservarnos y hacernos responsables de nuestra propia observación subjetiva antes de hacer recaer todo en el otro.
Y por el otro lado, está aprender a recibir la observación que se nos hace, saber desde dónde la otra persona está emitiendo una observación sobre uno es otra tarea enorme por trabajar y aprender a responder ante estas situaciones.
Cuando se alcanza un nivel de madurez en este proceso, la posibilidad de avance incrementa, porque independientemente desde el lugar que el otro está realizando una observación, que posiblemente contenga algún vestigio de su ego, es aprender a tomarla para el propio autoanálisis, para atenderla con la propia consciencia.
Por ejemplo, si múltiples personas observan un mismo aspecto al cual nos resulta aceptar que contenemos porque no lo percibimos, podemos tomar dos vías; o la decisión de negarlo rotundamente y creer que los demás están equivocados, o por otro lado simplemente recibirlo y llevarlo a un profundo proceso de análisis, preferiblemente desde un estado meditativo que nos permita acceder a contenidos más subconscientes o poder mirarnos en retrospectiva para entonces realmente alcanzar la verdad sobre la observación del otro y sacar de allí algo que sea verdad para nosotros.
Una de las múltiples razones por las cuales el intercambio con seres que comparten un mismo sendero espiritual, dígase de forma equivalente, aquellos con quienes compaginamos en un estado de consciencia o al cual se aspira, y a la vez contienen los mismos códigos morales y de conducta, radica en la posibilidad de confrontar la propia estructura con la del otro manteniendo un proceso de dialéctica compartida de la cual puede sacarse un mutuo provecho.
Así mismo, aprender de la experiencia del otro puede ayudarnos a evitar cometer errores o nos ayuda contrastar nuestras propias actitudes. Este tipo de intercambio no es fácil de alcanzarse, pero madurar esa relación con seres conscientes es una tarea que permite avanzar rápidamente en el autoconocimiento y en el camino hacia la perfección.
Finalmente, la mejor observación que podemos recibir es la de un gurú, o un ser que ha alcanzado un estado de realización de su Ser. Es alguien quien ya ha descifrado por completo todos los contenidos humanos, se ha liberado de todo juicio y vestigio kármico y puede con total certeza observar comportamientos irrefutables e indiscutibles.
Ante la observación del gurú, lo mejor que podemos hacer es ceder ante ella, recibirla con humildad y mucha gratitud, para realizar el trabajo propio de poder observarlo por nosotros mismos y trabajar aquello que el gurú nos acerca. Muchas veces el gurú puede acercar patrones de conducta difíciles de aceptar que nos puede producir reactividad o malestar, pero la confianza debe hacernos superar rápidamente esa etapa y creer en la guía directa que nos brinda un Ser, quien ya pasó y recorrió lo que nosotros aún estamos transitando.
Referencias:
http://spokensanskrit.de/index.php?beginning=0+&tinput=+kamanda&trans=Translate
Escucha activa: la clave para comunicarse con los demás (psicologiaymente.com)
La gran trampa de juzgar a los demás – La Mente es Maravillosa
Juicio u Observación | Mente Uno
Foto: https://ecoosfera.com/destacados/ciencia-argumento-cosmologico-kalam-dios-creo-universo/
Excelente, información, que ayuda a descifrar nuestras acciones antes de ver en el ojo ajeno.
Profundo y esencial, muchas gracias César!
Muchas gracias, sabias palabras que invitan a ver dentro
Interesante.
La sabiduria se adquiere por esfuerzo personal,Buda,Khrishnamirti,y otros no necesitaron Guru? No lo se pero por muchos caminos se llega a una meta,creo qie el guru te señala tus limitaciones,pero uno mismo alcanza su meta.