Adriano, emperador romano, nació como Publio Elio Adriano, el 24 de enero de 74, probablemente en Itálica, Hispania (hoy Sevilla), siendo el segundo emperador de origen hispano y el tercero de los cinco considerados “buenos emperadores”, los que gobernaron con justicia.
Tuvo una buena educación, a los 14 años prestó el servicio militar en Roma, bajo el gobierno del emperador Nerva. Durante la regencia de Trajano, se desempeñó en diversos cargos importantes como cónsul, tribuno de legión y administrador de territorio, entre otros. Adriano gozaba del favor del emperador y fue muy cercano a la familia imperial, se casó con una sobrina de Trajano y fue protegido por él y su esposa Pompeya Plotina, hasta el punto que se le atribuye a ella el nombramiento oficial como su heredero y sucesor.
Como emperador era popular porque pasó más de la mitad de su período (117-138) recorriendo las provincias, supervisando la administración y el ejército. Fue un brillante administrador, renovó la estructura burocrática que estuvo vigente hasta el fin del imperio, llevó a cabo reformas en el ejército y en las finanzas del Estado, impulsó las manifestaciones culturales y las grandes construcciones como ciudades en los Balcanes, Egipto y Asia Menor, y el famoso Muro de Adriano al norte de Britania.
Habiendo gobernado en relativa paz, protagonizó una lucha de 4 años contra los judíos cuando estos se levantaron por la construcción de un templo a Júpiter sobre las ruinas del templo de Salomón en Jerusalem, con un saldo de 580.000 judíos muertos, más de 1000 ciudades y pueblos destruidos y exiliando a los restantes.
De regreso a Roma y débil de salud, pasó sus últimos años entre conflictos para designar su sucesor.
Murió el 10 de julio de 138.