Las pastillas más icónicas del cine han vuelto. Casi dos décadas después del cierre de la trilogía original, luego de dos años de confinamiento por la pandemia y, la última variante del COVID-19, parecía imposible juntarse para ver “Matrix Resurrections” en una sala de cine. Así que con todas las medidas de bioseguridad disfrutamos en la pantalla grande la resurrección de Neo y Trinity, saboreando mucho del pasado con imágenes entrañables de la primera entrega.
Una producción nueva a partir de lo conocido entre seres despiertos. Vivir en una simulación de la realidad con controladores del sistema que nos muestran con innegable desparpajo hacia dónde se dirigen.
Sigue teniendo fuerza esta cuarta entrega de la saga. Sobre todo esa frenética persecución por las calles de San Francisco (EE.UU). No hay duda, si vuelve Keanu, tenemos acción desbordada, vuelven las pastillas de colores, y también las referencias a “Alicia en el país de las maravillas”, además de los agentes. Los temibles “programas” trajeados se presentan con su característica transformación y pegando unos cuantos disparos que, para espectadores ávidos de acción, han sido pocos porque según esperaban mucho más.
Así que esta vez Lana Wachowski, directora, no parece interesarle que “Matrix Resurrections” complazca ningún antojo de los seguidores, algo bien palpable con la forma de introducir a un Morfeo radicalmente diferente. Y además un Neo que aparentemente no vive en la Matrix. Pero no es cierto. Lo presentan como Thomas A. Anderson, un hombre que se ha convertido en prodigio dentro del mundo de los videojuegos, aunque acosado por extraños recuerdos.
Las píldoras azules son tratadas como medicación para vivir tranquilo en la simulación e inhibir los estímulos que sugieren estar experimentando una mentira. Pese a tomarlas, Thomas Anderson siente que algo no va bien, y su desconexión es notoria en la película por lo cual le recetan las pastillas azules para controlar los ataques de pánico que le produce esa situación. La trampa de la Matrix es hacer creer que Neo está loco y todo lo produce su mente.
A Neo le han creado, literalmente, un entorno que lo distraiga y mantenga ocupado. Tanto el jefe como el psicólogo son los encargados de que continúe “dormido”. “Millones de personas solo vegetando en la vida… Absortos”. Frase épica. Proclama evidente, el inconsciente colectivo vive sin cuestionamientos, sumidos en la ignorancia y controlados. Hay más, mucho más que refuerza el libreto sobre Neo atrapado en estos tiempos que corren.
Escenas en código, como sabemos, con mensajes sobre las circunstancias de vida en este universo. Y es que una verdad puede estar escondida en algo tonto como un videojuego. Tantas verdades como historias de ficción existen. Estrategia de la élite controladora. Dicho esto, se entiende que hacen lo necesario para avanzar en formas de adoctrinamiento y mayores niveles de estupidez humana y desconexión de la Verdad Primera y Última.
Gente inerte, automatizada, manipulada emocionalmente y clonada, retroalimentando a los programadores con ese tipo de energía. No podría dejar de mencionar el paralelismo feroz de cargar al sistema con virus para eliminar lo que no sirve. Estamos hablando de formatear el programa.
Y, ¿para qué una purga? En favor de los intereses y propósitos de los controladores visibles e invisibles.
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