Sísifo, en la mitología griega, era el Rey de Corinto, fue descrito por Homero en la Odisea y la Ilíada, como ambicioso y cruel. No dudaba en utilizar la violencia para permanecer en el poder y evitar perder influencia ante sus adversarios. No vacilaba para engañar a las personas, era un embaucador.
Se ganó la ira de los dioses al infringir las normas que Zeus imponía a los mortales, incluso acusó a este de raptar a una ninfa. En el momento en que Tánatos (la muerte) fue a buscarlo, por orden de los dioses, Sísifo la engaña, colocándole, las cadenas y grilletes que eran para él, evitando que lo llevara al inframundo, de manera que no pudiera morir hasta que Ares interviniese.
Mientras esperaba sentencia, fiel a su naturaleza, perversa y embaucadora, pidió a su esposa que no realizara los típicos rituales, en honor a los muertos, para así tener una excusa, ante los dioses, y pedir volver al mundo de los mortales para castigarla.
Este pedido de Sísifo fue otorgado por Ares y al volver al mundo de los mortales de nuevo para cobrar venganza, se negó en devolverse al dominio de la muerte, por lo que traerlo de vuelta supuso causarles más molestias a los dioses y de esta manera, es como se sentencia, el castigo de la gran piedra, que fuere, peor que la misma muerte.
Su penitencia consistió en perder la visión y empujar una gran piedra redondeada, desde la base de una montaña hasta su cima para, una vez ahí, darse cuenta, cómo caía rodando de nuevo hasta el punto de partida, y esto se repetiría incesantemente. La pena no se basaba en el dolor físico ni en la humillación, sino más bien, en todo caso, en la experimentación plena del sinsentido.
Albert Camus, novelista, y filósofo francés, desarrolla en su libro de ensayos titulado El mito de Sísifo (1942), el dolor por la falta de sentido de la vida sufrido por el personaje griego. Como existencialista, Camus se pregunta ¿Cuál es el sentido de la vida que hace que merezca la pena ser vivida?
El “hombre absurdo”, o con una “sensibilidad absurda”. Es aquel que se muestra perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida. También es aquel que, incapaz de entender el mundo, se confronta en todo momento a esta incomprensión. El hombre rebelde será, por lo tanto, aquel que se encuentre en todo momento frente al mundo: “El rebelde no niega la historia que le rodea y trata de afirmarse en ella… Ni siquiera durante un segundo hace de ella un absoluto”.
Sísifo experimenta la libertad durante un breve instante, cuando ha terminado, en su viaje de ascenso, de empujar la gran piedra y aún no tiene que comenzar de nuevo. En ese punto, Camus sentía que Sísifo, a pesar de ser ciego, sabía que las vistas del paisaje estaban ahí y debía haberlo encontrado edificante: “Uno debe imaginar feliz a Sísifo”, declara, por lo que, aparentemente, lo salva de su destino suicida.
Si nos observamos atrapados en nuestra cotidianidad, podemos por analogía, basados, en este mito griego y en las ideas encontradas por Camus, vernos como un obrero que trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas. Pero no vemos esta circunstancia como trágica o absurda, sino en los raros momentos en que se hace consciente.
La capacidad de elección en la toma de decisiones individuales que confieren a cada persona encontrar el sentido a su propia existencia; es una alerta a la conciencia.
El placer circunstancial puede invadirnos en un momento dado, pero en sí no hace que nuestras vidas merezcan la pena. Lo que sí que puede hacer que valga la pena, en cambio, es hacer que nuestras acciones se enmarquen en un proyecto vital que tenga sentido.
Como seres despiertos, debemos identificar y realizar todas las acciones conscientes necesarias que nos permitan salir del bucle del nacimiento y muerte e impedir que, como Sísifo, no nos percatemos de ese instante de gozo que sentía justo antes de alcanzar la tarea interminable de subir la gran piedra.
Fuentes consultadas:
1.- El Mito de Sísifo, Abert Camus, 1942
2.- https://psicologiaymente.com/cultura/mito-de-sisifo
3.- https://es.wikipedia.org/wiki/El_mito_de_S%C3%ADsifo
el camino sinsentido de la inconciencia nos brinda unas pequeñas trampas que las confundimos con momentos de gloria y gozo…que equivocados estamos los dormidos…en vía de despertar.
En este Siglo 21 todos somos Sisifo? Intentamos engañar a la muerte o esquivarla. Pero vivimos en un sin sentido. Somos muertos caminantes. Es lamentable