Tal como H. G. Wells, llamara en su novela, Time Machine, a uno de sus personajes, El viajero del tiempo, podemos decir que en este momento histórico, nos encontramos como expectadores de las imágenes que nos ofrece desde hace muy poco, un nuevo telescopio, recién puesto en funcionamiento por la Nasa.
Como El viajero del tiempo estamos en presencia de una máquina, el telescopio James Webb, que nos permite, en tiempo presente, observar el pasado remoto de los confines del universo del cual somos parte.
Podemos decir que estamos viajando en una nave que nos muestra una ventana con vista a la creación misma del universo, que quizás podemos usarla como vehículo para viajar en el tiempo y ampliar nuestra observación acerca de la idea de pasado, presente y futuro. O, simplemente, usar este evento tecnológico como escusa para adentrarnos en el fundamento de lo que es el tiempo.
Para ello vamos a valernos de ciertas ideas que nos permitan fundamentar este viaje.
«En una primera instancia debemos citar a
Albert Einstein y su Teoría de la Relatividad, la
cual sostiene que las partículas materiales al
moverse a través del espacio-tiempo…»
En una primera instancia debemos citar a Albert Einstein y su Teoría de la Relatividad, la cual sostiene que las partículas materiales al moverse a través del espacio-tiempo se mueven hacia adelante en el tiempo (hacia el futuro) y hacia un lado u otro del espacio. El hecho de que la energía total y la masa sean positivas está relacionado con el hecho de que las partículas se muevan hacia el futuro.
Con este mismo principio se han llegado a varias conclusiones. Si un sujeto se desplaza cercano a la velocidad de la luz, para él, el tiempo transcurre de manera diferente, mucho más lentamente, que aquel que se queda en la Tierra, por ejemplo.
Pero aún y con esta información dada por cierta, todavía se estaría en la imposibilidad viajar en el tiempo. La noción del tiempo es quizás la que establece los límites y la necesidad de nuestra mente por medir esta dimensión. La visión de René Adolphe Schwaller de Lubicz, dice; si nuestra percepción no estuviera condicionada por la división sujeto-objeto, percibiríamos la totalidad del universo dándose a luz (y aniquilándose) a sí mismo todo el tiempo.
También Platón, nos da a entender en el Timeo, que, si no se hubieran dicho las palabras describiendo al sol, el cielo y las estrellas y con ellas los días, los meses, las revoluciones de los años, no se tendría la noción del tiempo de la que se nutren los filósofos.
Escudriñando en una visión más amplia, desde el Vedanta, Ananda Coomaraswamy, nos presenta la definición de maya que va a resultar clave para percatarnos que la noción del tiempo. Esta en la mente del hombre como una ilusión y lo separa de una visión de la creación donde el principio es eterno, donde observando un instante, estaríamos viendo la creación y la destrucción.
La etimología de la palabra sánscrita maya, nos ayuda a comprender esta relación, que muestra la interdependencia entre el observador y lo observado. Es en la medición donde el tiempo surge y no sin ella. Se puede llamar maya a la ilusión del tiempo. Esta ilusión puede percibirse como el mundo del samsara, del sufrimiento que genera la separación, la muerte, la vejez, la enfermedad.
«Al igual que en la mitología griega cuando Cronos
divinidad del tiempo, devora a sus hijos al nacer.
Otra visión resaltante, ya desde el budismo, dice
que el tiempo siempre depende siempre de los hábitos…»
Al igual que en la mitología griega cuando Cronos divinidad del tiempo, devora a sus hijos al nacer. Otra visión resaltante, ya desde el budismo, dice que el tiempo siempre depende siempre de los hábitos de percepción de tiempo de los seres.
La ilusión del tiempo, la medición, la observación, son entonces una muestra. En una imagen del telescopio hoy tenemos un pasado, se hace presente ante nuestra mirada hoy. ¿Podemos ver aquí que somos parte de este maravilloso juego y realmente tomar parte? O ¿Escogeremos quedarnos en la ilusión?
Siendo entonces el tiempo esa “medida” que cuantifica cuánto dura este viaje que es nuestra existencia, camino de vuelta a la esencia. Si nos activamos en lo que es, convertimos el tiempo en evolutivo y no kármico o inconsciente. Podemos ser el viajero del tiempo, que acelera sus procesos y trasciende hacia lo eterno.
Fuentes:
La máquina del tiempo, Por H. G. Wells
https://symbolos.com/086mayadeva.htm
https://www.sietedecopas.com/hermes-trismegisto-poimander/
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