Para todo hay un espacio, y la inmensidad, el universo, pero sobre todo el cosmos interno, nos facilita esa aventura del alma, siempre que asumamos el recorrido de manera consciente. No podemos luchar contra las leyes, pero sí contra, bien sea lo crudo bien sea lo cocido que nos imposibilita el avance. La humanidad sigue sin conocer su temperatura natural. Hay una dimensión muy particular, que emerge como un horno. ¿intruso desbocado? Y nos hala como si tuviera recordándonos una deuda. Y desde que la sangre circula por nuestras venas, ese lugar no es otro que el limbo. La definición que expone el diccionario de la RAE dice: Del latín, limbus: “orla o extremidad de un vestido”.
En la doctrina tradicional católica, el limbo es el lugar donde van las almas de quienes mueren, muy joven sin el bautismo. También se le asociad al Purgatorio. De ese preanuncio se liberan otras formalidades, infinitas reflexiones, porque, como el Hades, el limbo es ausencia y búsqueda. La palabra limbo igualmente se aplicó a la franja celeste de las constelaciones del zodiaco, y se empleó para referir a una especie de cenefa superior o borde limítrofe de los infiernos. Libre de todo castigo, pero también de la felicidad celestial.
Así como la vida puede ser vista como un viaje, que lo es, la muerte como la continuación de ese viaje, que también lo es. El trayecto tiene ciertos puntos de inflexión o parajes que van conformando el mapa que nos define en este plano. Visto así, ¿quién no se ha sentido distraído, desorientado, perdido, sin señales de crecimiento, absorto, en el vacío de sus emociones, en el limbo? Su permanencia y control es el detalle.
El argelino Albert Camus, filósofo y escritor, celebrado Nobel de Literatura 1957, relata lo que considera absurdo. Esto es “la contradicción inherente entre la búsqueda de sentido de la humanidad en un Universo que es indiferente. Esta búsqueda de sentido en un mundo sin sentido puede sentirse como un limbo eterno”. Es comparable con la naturaleza cíclica del samsara, explicada en los Vedas, donde los estadios de nacimiento y muerte, dependientes de nuestras acciones, no tienen sentido sino se trascienden y se brinca para no repetirlos interminablemente una y otra vez.
Si nuestras elecciones están predeterminadas, ¿estamos realmente atrapados en un camino preordenado? Por el contrario, si asumimos el libre albedrío, la carga de infinitas posibilidades se transforma en un derrotero espiritual, considerable, insistimos, siempre que haya un despertar.
Retomando más la visión espiritual, el estado de bardo -estado intermedio, o de transición- encontrado en los Vedas, asumido por los budistas, que sería como una existencia temporal entre la muerte y el renacimiento, puede verse como una forma de limbo. Aquí, los residuos kármicos de vidas pasadas influyen en nuestra próxima encarnación, todas y cada una de las acciones experimentadas.
Este período no es ni un castigo ni una recompensa, sino un espacio para el procesamiento kármico. Ahora, el estado de bardo puede ser un momento de confusión y apego, por lo que es crucial mantener la atención plena y el desapego.
En el cristianismo, el limbo es un lugar de espera temporal para las almas que no están ni en el cielo ni en el infierno. Se cree que este lugar existe, como indicamos en principio, para aquellos que murieron, tempranamente, sin ser bautizados o que no cometieron pecados graves. El limbo no se considera un lugar de castigo, sino más bien un lugar de espera hasta que ¿decidamos autoconocernos?
Para reanudar el gran viaje, es nuestra obligación dar el salto para no continuar en el viciado ciclo y seguir, pero ya en el plano de un Ser Iluminado. Es la razón por la que debemos observar al limbo como un lugar de espera, pero a la vez de acción donde el propósito sea el disparador con el cual afrontemos la transformación.
Fuentes:
1.- El Mito de Sísifo, 1942, Albert Camus: http://www.correocpc.cl/sitio/doc/el_mito_de_sisifo.pdf
2.- https://www.uv.es/gonzalbo/betania/docs/vida/Ramacharaka_La_Vida_Despues_de_la_Muerte.pdf
interesante artículo sobre un tema que poco se habla, es positiva esta interpretación del limbo como período de transición y aprendizaje, considero que así sucede después de una crisis, las personas quedan en un limbo cuando su «piso» se rompe, se pasa una etapa que preferiblemente debe ser de reconstrucción y crecimiento