SIETE POEMAS PARA CREER EN LA VIDA

Hemos entrado en un umbral donde todo está permitido, aunque hay unas reglas muy flexibles, y a la vez, decantadoras de una ética y una estética, que convierte la obra creadora en un espectáculo de luz. Porque, poesía no es solo discurso, palabra escrita, sintaxis. Es también actitud, invención, desprendimiento, todo lo que el alma humana es capaz de exhibir. Es en un mismo trazo, en una inhalación y exhalación, deficiencia y perfección. Es un interminable juego de polaridades que le da un tono más dichoso a la vida. ¿Quién puede decir que la poesía no salva? Ella se cuela, es mercurial, no cede. Resiste, y avanza. Por eso, su arte consiste en elevar al ser que la produce, y que la produce de forma consciente. Sin alteraciones. Su pureza es encantadora.

En esta entrega de Los siete poemas para crecer en la vida, busca esa finalidad, de no solo que agrade, satisfaga, cautive, sino que además nos obligue a discernir, a tomar partido, que nos moleste, que palpite en nosotros algún rastro que advierta, que nos prense, o tal vez, nos proporcione esa respuesta estética de la que hablaba James Hillman: “Cuando nos sentimos encerrados en nosotros mismos, resentidos, faltos de armonía, es que hemos cambiado a una naturaleza distinta y hemos caído (o más bien ascendido, puesto que la Caída, en nuestro moderno mundo del revés, es el orgullo desmedido del yo) muy lejos del alma”.

Y así, poseemos a la poesía y ella nos posee. Amado con amada, amada en el amado transformada, como la aventura mística de San Juan de la Cruz. Es una relación donde no hay dominios, ni opresiones, ni maniobras, solo amor. Acaso podría surgir algún rictus de nimiedad, pues cómo la palabra puede conducirnos a la liberación, y evitar que nos engulla el facineroso mundo de los deseos. Es una suprema tarea. Sigamos a esa poesía, a la que modela un indescriptible afán de belleza. De ahí venimos ¿No es así Gerbasi?

I

Thomas Stearns Eliot. Gerontion

Thomas Stearns Eliot, como muchos escritores, estuvo cercano a lo que conocemos como Tradición -término visto como sendero o estamentos de vida-. Fue un poeta que leyó los Upanishads y estudió Sánscrito, como una forma de impregnarse de las preguntas y respuestas más profundas que signan al ser humano.

En el intervalo de tiempo entre La canción de amor de J. Alfred Prufock y el famoso libro La Tierra Baldía, en 1920, T. S. Eliot publicó una antología titulada Poesías. El primer poema de esta colección de textos es Gerontion, cuya traducción del griego literalmente significa “el que envejece”. Es un texto que muestra crudamente el lado menos agradable de la vida, expuesto en la degradación, las imágenes destartaladas del pasar de los años y el inevitable sino de la muerte. En este poema, el autor satiriza también las prácticas mágicas o mediumnicas, dejando entrever así una realidad que nos ha interesado, sea desde una crítica escéptica, una curiosidad velada o una real búsqueda de respuesta interna.

Sin embargo, podría considerarse un poema que invita a traspasar velos y alcanzar una realidad mucho más profunda, aquella que muestra la importancia del uso del tiempo para desarrollar la capacidad de apreciar y experimentar la belleza de la vida. Una posible interpretación de este poema nos dice que no es necesario alcanzar la vejez para sentir que hemos malgastado el tiempo. Asimismo, la vejez en sí no es un impedimento para experimentar la vida como eternos instantes de plenitud.

II

Vicente Gerbasi. Mi padre, el inmigrante

Mi padre, el inmigrante, poema publicado en 1945 y escrito por el venezolano Vicente Gerbasi, es un texto compuesto por treinta cantos llenos de una amplísima variedad temática, aunque su foco principal es la imagen del padre, hombre aventurero que busca nuevos horizontes y que deja una estela de nostalgia en la imagen que de él se construye.

Vale recalcar la abundancia descriptiva que se nos muestra como una creación de aquel que experimenta y a la vez nos brinda todo ese entramado visible que es el vasto espacio para experimentar: las raíces, las piedras y las frutas que tocó, los árboles que abrazó, el murmurar de ríos y animales que escuchó, el estallido de semillas, el abrir de la flor, y así hasta exclamar “¡Ampárame, oh tierra maravillosa!”.

De la misma manera, Gerbasi plantea en su escrito realidades subyacentes a esa fascinante vastedad de elementos físicos, y se pronuncia en una nada de la que venimos y hacia la que vamos, a través del canto cotidiano de las formas: “Venimos de la noche y hacia la noche vamos”.

III

Jorge Luis Borges. El sueño

Asimismo, la noche es ese espacio en el que se desarrollan los sueños, tema que le fascinó a Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, con especial enfoque en la analogía que le adjudicaba con la vida. Y simplificando su larga mención, Jorge Luis Borges, destacado escritor argentino, escribió varios poemas llamados El sueño, sin embargo, acá nos referiremos al que fue publicado en 1964, en el poemario El otro, el mismo.

Los sueños, y su relación con la vida, fue un aspecto que lo atrajo y que manifestó no solo en su poesía, también en su narrativa y en sus ensayos. Sus infinitas reflexiones lo llevaban a preguntarse si la vida era un sueño, si era soñada por alguien ajeno a nosotros (una especie de divinidad), o si el sueño se soñaba a sí mismo, o si acaso hemos estado soñándonos a nosotros mismos.

En este poema, Borges explora la vida vista desde las distintas categorías del sueño, desde la misma vigilia, hasta el intrigante “descanso o intensidad”. Muestra en palabras los “tesoros misteriosos” detrás de los sueños, en un hilo indetenible entre el día y la noche; condensa en pocas líneas el bagaje de memoria experiencial que traemos impregnada a través de toda una existencia, nunca delimitada por nacimiento o muerte.

IV

Amrita Pritam. Apne Naal Mulaqat (Encuentro con el yo)

Amrita Pritam es otra de las voces que refleja una visión de la vida a partir de distintos focos o perspectivas. Vista como la principal escritora conspicua del Punjabi, esta autora, la primera en ganar el premio Sahitya Akademi con su obra Sunehe, tiene registros evocadores y reveladores de lo que ha sido India-Pakistán como área de Punjab. Su Apne Naal Mulaqat (Encuentro con el yo) no es su poema más conocido, sin embargo, lo referimos porque expresa, no solo su genio literario, sino el anhelo íntimo del encuentro propio, suceso que implica el despojarse de la materia de la misma forma en que nos quitamos la ropa y los zapatos. Esta imagen va acompañada de la insinuación del sueño (quizás, igual que Borges), como una forma de interpretación de este texto, cuando la cama se deja lista para ese encuentro. El cuerpo, en este caso, es visto por Pritam como un obstáculo, que no se desecha, sino que “se deja en el taburete”, para luego retomarlo y utilizarlo en el mundo de la acción.

V

Sor Juana Inés de la Cruz. A una rosa.

Del mismo modo, Sor Juana Inés de la Cruz, nacida en México como Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, monja jerónima, con una obra amplia, ícono del Siglo de Oro de la literatura en español, nos presenta el cuerpo como algo separado de lo que el ser es, mostrando una desidentificación con el mismo.

Esto lo podemos apreciar en su soneto A una rosa, escrito en 1648 y recopilado por Juan Carlos Merlo en Obras escogidas. Es un poema que afirma la incapacidad del ser humano de entender su entorno y lo invita a aceptar, lo que aún lo obstaculiza, para lograr esa comprensión. Abre una visión más allá de lo superfluo para poder sacar el provecho necesario que la vida misma brinda, a partir del contraste vida-muerte.

En este poema también se insta a una mayor conciencia de la juventud, ante la vejez. La belleza superflua o aparente termina siendo una “necia vida” que se escapa sin darnos cuenta.

VI

Matsuo Basho. Haiku de las cuatro estaciones.

Hay una forma expresiva muy antigua, cuyo origen es conocido como proveniente de Japón. Se trata de un tipo de escrito breve y minimalista, que captura magistralmente el presente: el Haiku, o esa poesía de lo cotidiano, más imagen que escritura. Uno de sus mayores exponentes fue Matsuo Kinsaku, o más conocido como Matsuo Basho, el poeta japonés más famoso del Período Edo o Período Tokugawa. Una pequeñísima muestra de su obra es la que dice, en la traducción española:

No lo dudes;

también la marea tiene flores

primavera de la bahía.

Esta brevísima obra se encuentra en Haiku de las cuatro estaciones, compilación escrita por este samurai perteneciente a la Escuela llamada Danrin, autor de mucha influencia en escritores orientales y occidentales, quienes han reconocido su impecable labor literaria.

Igualmente, esta muestra mínima de su arte reproduce la vida cotidiana como un gesto natural e instantáneo, y describe un fenómeno natural desde una visión exterior, que contiene la interior intrínsecamente. Basho plasma su visión de la vida sintetizada en tres líneas. Es la magia del Haiku tal y como lo describe Barthes en El imperio de los signos, es decir, eso que reproduce lo que un niño señala con su dedo, con tal espontaneidad e inocencia que impacta el alma.

VII

Rumi. ¿Bastan estas palabras?

Hay una diferencia entre los textos que tratan de algo y los que surgen de algo. Si bien la poesía siempre surge de algo, es ineludible decir que Jelaluddin Balkhi, mejor conocido como Rumi (cuyo nombre se le dio una vez él y su familia emigraron a Konia, en Turquía -Rumi significa “originario de la Anatolia romana-), fue un escritor que escribió a partir de lo que surgía de su interior, como una forma de explorar y buscar la unión con lo Divino. Además, a partir de su poesía, pone sobre la mesa todas y cada una de las pruebas que implica este recorrido, interno por demás, que también es vida y que incluso podríamos llamar la vida que realmente es.

¡Por muy rápido que corras, / tu sombra no solo te sigue siempre / sino que, a veces, se te adelanta!

Así reza una de las estrofas de ¿Bastan estas palabras? del compilado La vacuidad y el silencio, en su interés por lo que está más allá del lenguaje, la fuente misma de la que nos hemos apartado. Hay en la obra de Rumi una constante, y es la añoranza por el verdadero hogar, el anhelo del encuentro final con el propio ser.

 Fuentes consultadas:
 I
 Gerontion deThomas Stearns Eliot
 ELIOT, Thomas Stearns. Poesías completas (volumen II). Colección de Poesía, serie Maior. España. 2018.
 II
 Mi padre, el inmigrante de Vicente Gerbasi
 GERBASI, Vicente. Mi padre, el inmigrante. Editora del gobierno del Estado de Veracruz. México. 2000.
 III El sueño de Jorge Luis Borges
 BORGES, Jorge Luis. Obra poética. Emecé. Buenos Aires. 1964.
 IV Apne Naal Mulaqat (Encuentro con el yo) de Amrita Pritam
 PRITAM, Amrita. Selected poems of Amrita Pritam. Dialogue Calcutta Publications. 1970.
 V
 A una rosa de Sor Juana Inés de la Cruz
 MERLO, Juan Carlos. Obras escogidas. Bruguera. España. 1968.
 VI
 Haiku de las cuatro estaciones de Matsuo Basho
 RODRIGUEZ-IZQUIERDO, Fernando. El haiku japonés. Guadarrama. España. 1972.
 VII
 ¿Bastan estas palabras? de Rumi 
 BARKS, Coleman. La esencia de Rumi. Ediciones Obelisco. España. 2002.