LA SOMBRA DEL EXCLUIDO

Una actitud común, en la gran mayoría de los grupos humanos, es la discriminación social, el rechazo hacia el otro, hacia el que es diferente, al que no encaja en esquemas de comportamientos familiares o colectivos de cualquier tipo o simplemente por su apariencia física. Estas situaciones las encontramos en diferentes niveles de interacción social, y es tal vez una de las que más limita el despertar del ser humano hacia la verdad, hacia la iluminación, a la unidad en el todo.

El universo manifiesto en el que habitamos está fundamentado en la polaridad, la división, la exclusión, la separación. El amor se contrapone al temor, la bondad se contrapone a la crueldad, la empatía a la indiferencia. La luz excluye a la oscuridad, el frío al calor, sin embargo, como lo postula la sabiduría hermética en un antiguo tratado, el Kybalión, los extremos se tocan. Y es precisamente gracias a la existencia, a la observación y aceptación de los extremos que habitan en nuestra alma, que el ser humano puede lograr conocerse a sí mismo y trascender sus limitaciones.

Si bien una característica fundamental para alcanzar «la unidad» en este universo de dualidad es el discernimiento, este queda totalmente anulado cuando nos dejamos llevar por la discriminación. El discernimiento es un valor moral, una virtud que nos permite ver la diferencia que existente entre los hechos, las cosas o las personas. Nos permite ver cómo se relacionan los pares de opuestos entre sí y cómo se afectan mutuamente formando parte de un todo, lo que nos conduce a una forma objetiva de entender la realidad.

Por otro lado, la discriminación, se fundamenta en la separación con base en juicios previos de valoración heredados, estableciendo contraposiciones de superioridad e inferioridad entre los hechos, las cosas o las personas. En este caso, nuestro entendimiento se hace completamente subjetivo y dependiente de las ideas parcializadas de lo que creemos es la realidad. A nivel social, la discriminación se vale de la apariencia, de la raza, del sexo, las ideologías o religiones para dividir, confrontar, y alejar al ser humano de un verdadero entendimiento de que todos somos fractales del mismo Ser.

Una clave para el entendimiento y reconciliación de estas contradicciones que percibimos entre nuestro yo y el del otro, está en lo que Carl Jung llama «la sombra». Este concepto no es algo nuevo y forma parte de las enseñanzas de muchas religiones, como lo podemos ver en la frase de Jesús el Cristo en el nuevo testamento: ¿Por qué ves la paja del ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? (Lc. 6, 39-42)

Según la psicología analítica de Jung, la sombra representa el lado oscuro de nuestra personalidad, la cual se forma a partir de todo aquello que consideramos como malo, que rechazamos de acuerdo con nuestra educación, a las normas morales de nuestra sociedad. Contiene los aspectos del ego que nuestra mente consciente se niega a reconocer como los son los instintos más reprimidos, miedos, rencores, envidias, frustraciones, traumas del pasado, los sueños no realizados, todo aquello que nos envenena el alma.

La sombra no solo es personal, sino que se manifiesta colectivamente en grupos de personas, en organizaciones sectarias, religiosas o política que suelen sacar su sombra a la luz para justificar su discriminación y actos violentos contra los demás. Esta última puede adquirir características impersonales en las que los individuos pueden cometer actos atroces, diluyendo su responsabilidad en la pertenencia al grupo.

Una de las formas más generalizadas de liberar la tensión interior que produce el no reconocimiento de la propia sombra es proyectar esas características negativas de nuestra personalidad en el otro. La paja que vemos en el ojo ajeno (la ventana del alma) no es más que un reflejo de los aspectos oscuros de nuestra psique que no hemos confrontado ni resuelto.

Una de las primeras manifestaciones del no reconocimiento de la sombra propia se da en la adolescencia, cuando por diversos motivos los jóvenes discriminan a aquellos que perciben inconscientemente como un reflejo de sus propias carencias y temores. El llamado «bullying», es decir, la burla mal intencionada, los apodos denigrantes, e incluso la agresión física, no son más que una forma de negación de esos aspectos oscuros de la psique reflejados en el otro.

Jung nos advierte que «nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad.” Se podría decir que no hay nada que iluminar donde todo está iluminado, así que la iluminación es una experiencia que se da desde la oscuridad.

Por lo tanto, una tarea imprescindible en todo sendero espiritual es identificar la propia sombra para así dejar de proyectarla en los demás y la clave para ello, según la filosofía del Advaita Vedanta, está en la práctica del Atma Vichara, la «indagación en la naturaleza del yo».

Fuentes:

https://www.wordreference.com/ definiciones de discernimiento/discriminación
https://lamenteesmaravillosa.com/arquetipo-de-la-sombra-lado-oculto/
https://www.terapeutasdechile.cl/blog/que-es-la-auto-indagacion-atma-vichara.htm
Foto de Johannes Plenio