André-Marie Ampère, físico y matemático francés, nació en 20 de enero de 1775 en Lyon, en el seno de una próspera familia de padre comerciante. Con base en el tratado sobre educación de Rousseau, la instrucción de André-Marie fue autodidacta, en las bien provistas bibliotecas paterna y de Lyon. Su padre le enseñó ciencias naturales, poesía y latín. Fue un niño precoz que calculaba con piedritas y migas de pan, leía a Leclerc y estudiaba Euler y Bernoulli en latín.
La muerte del padre, víctima del Terror revolucionario, lo afectó profundamente.
Enseñó matemáticas, química e idiomas y gracias a sus “Consideraciones sobre la teoría matemática del juego” (1802), encontró nuevas oportunidades dentro de la tecnocracia napoleónica al ser nombrado inspector de educación. Trabajó en una serie de investigaciones científicas, escribió artículos y dictó cursos sobre matemáticas, química, filosofía y astronomía en la Universidad de París y otras instituciones, recibiendo gran reconocimiento y siendo incorporado al Instituto Imperial (Academia de Ciencias) en 1814.
A raíz del experimento de Hans. C. Oersted estudió la relación entre la electricidad y el magnetismo, y dedujo la “Ley de Ampère” (1825) sobre las fuerzas de atracción y repulsión que ejercen entre sí dos conductores de corrientes eléctricas, según la dirección que éstas lleven; interpretó el magnetismo como una fuerza molecular, concepto aceptado 60 años después con el descubrimiento del electrón, todo ello descrito en sus “Memorias sobre la teoría matemática de los fenómenos electrodinámicos” (1827).
Considerado el fundador del electromagnetismo, también inventó la aguja astática (galvanómetro) y el primer telégrafo eléctrico, impulsó el uso de los conceptos de corriente y tensión eléctricas y desde 1881 la unidad de medida eléctrica lleva su nombre.
Miembro de diversas academias y distinguido con la Legión de Honor, falleció el 10 de junio de 1836.