¡Alegría! Alegría!
Alegría, bella chispa divina,
Friedrich Schiller
Hija del Elíseo,
Ebrios de alegría entramos,
En tu santuario celestial.
Tu magia ata los lazos
que la rígida sociedad rompió;
Y todos los hombres serán hermanos
Donde tus suaves alas se posen.
Alegría, bella chispa divina. Bien lo sabía el poeta alemán Friedrich Schiller, cuando en 1785 escribió la letra del poema Oda a la Alegría, que más tarde, en 1823, sería musicalizada por Beethoven, convirtiéndose así en el cuarto movimiento de su Novena y última Sinfonía, conocida alrededor del mundo como el Himno de la Alegría.
Varias teorías han surgido con respecto al título original del poema escrito por Schiller. Según afirmó Irving Kolodin, historiador estadounidense de la música, lo que conocemos como “Oda a la Alegría”, fue en realidad escrita para ser una “Oda a la Libertad”, siendo este último su título original. Sin embargo, se dice que dicho nombre fue censurado por el gobierno de aquel entonces.
También se dice, según una leyenda del siglo XIX, que en la época revolucionaria los estudiantes recurrían a los versos del poema, entonado con la melodía de La Marsellesa, mientras elevaban un clamor de libertad. Sin embargo, fue la palabra Alegría, en vez de Libertad, la que llevaría en alto la bandera a través de los siglos, pues se creía que, aunque el destino del hombre era la libertad, el desarrollo completo de dicho destino debía desembocar en la alegría.
¿Freiheit o Freude? ¿Libertad o alegría? Y difícil sería determinar de qué tipo de libertad o alegría estamos hablando. Procurar una decantación de conceptos tan abstractos y profundos implica, de entrada, reducir su emanación. Y eso mismo es lo que hemos hecho, cuando adjudicamos pulsos divinos a procesos humanos.
Según la revista digital Hipertextual, la obra general de Beethoven es la realización de la libertad musical, la ruptura de moldes y esquemas previos que habían costreñido la música hasta entonces. Se dice, además, que la Novena sinfonía es la muestra más clara de dicha libertad, debido a su armonía, diversidad polifónica y audacia en el ámbito coral, para la época en la cual fue entregada a la humanidad.
Lo más asombroso de esta pieza es que en el momento de la elaboración de su partitura, Beethoven ya había perdido su audición casi por completo, convirtiendo así la Novena Sinfonía en una manifestación pura de los planos sutiles de la imaginación. Infinitos debieron ser los caminos invisibles recorridos en gozo, para dar a luz desde su sordera una pieza que él mismo jamás escucharía. No por lo menos en las formas que conocemos.
Y, sin embargo, traducir la alegría, la fraternidad y la hermandad, a un baile complejo y profundo de notas, fue su experiencia interna como compositor de aquella melodía difícil de olvidar. Lo que a partir de allí surgió no fue jamás su decisión. Un vasto universo de pronunciamientos, especialmente políticos, han hecho propia de muchos la ilusión de la alegría, al incorporar el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía como insignia ondeando un vehemente sentir.
Según el argentino Esteban Buch, profesor de historia de la música de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales, en Francia, y escritor del libro “Beethoven’s Ninth: A Political History”, la «Oda a la alegría» en particular, con o sin letra, ha sido utilizada desde 1824 hasta la actualidad en el contexto político, como símbolo, en el sentido ritual o como objeto de proyecciones utópicas.
En 1936, la emblemática pieza fue tocada durante los Juegos Olímpicos de Berlín, que a su vez se recuerdan por haber sido usados por la Alemania Nazi con fines propagandísticos, que pretendían promover la imagen de Alemania como una nación nueva, fuerte y unida. Así mismo, en 1937, la Novena Sinfonía fue interpretada por la Filarmónica de Berlín para el cumpleaños de Hitler.
También es sabido que, en 1989, un mes después de la caída del Muro de Berlín, se realizó un histórico concierto con el Himno de la Alegría. Por otro lado, la pieza, que actualmente es utilizada en el himno de la Unión Europea, es un arreglo del director austríaco Herbert Von Karajan, quien fue miembro del partido Nazi.
Otros ejemplos de los recorridos realizados por esta pieza a lo largo de la historia en el territorio han sido las protestas en Chile contra los abusos del gobierno e Pinochet, las manifestaciones en la Plaza de Tiananmen, contra la opresioón de las autoridades de China, entre otros.
Han sido muchos los actores políticos que han hecho de la “Novena” un símbolo de aquello que profesan, al sentirla cargada de la emoción que despiertan sus causas propias. Como bien dice Alexander Rehding, musicólogo alemán y profesor de la Universidad de Harvard, la música no puede protegerse de ser utilizada en cualquier tipo de contexto.
Y habrá tantas razones para entonar el Himno de la Alegría, como voces, violines, flautas o contrabajos la evoquen. Bastará con tocar la fibra del ansío de alegría, producto de libertad que, más allá de ser política o ritual, proviene de un lugar insospechado, pero perenne en cada ser que habita este planeta.
Liberarnos, ya no de quien presión ejerce. Alegrarnos, ya no de sentirnos excentos de tal opresión, sino de sabernos, eternos y en gozo, siendo la alegría misma, bella chispa divina, como Schiller la llamó, cualidad innata del inmanifiesto, rasgo genuino del que todo lo sabe, todo lo contiene y nada pretende. Liberarnos, pues, de aquello que hemos mal-llamado alegría o libertad. Liberarnos, pues, de la palabra significante, y dejarnos conducir, pues, por el halo que exhaló la música de aquel que alegría divina en su tránsito ilusorio dibujó.
Fuentes consultadas https://www.bbc.com/mundo/noticias-55309057 https://www.culturagenial.com/es/himno-a-la-alegria/ https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20170317/47311172682/la-novena-de-beethoven-una-sinfonia-para-el-mundo.html https://hipertextual.com/2015/05/la-novena-sinfonia-de-beethoven
«¡Alegría! ¡Alegría!» es la que produce tan sólo evocar esos acordes… no es posible que esas notas lo transiten a uno sin que las comisuras se enrulen en ligero ascenso. Y es que todo en esa partitura es ascendente, potente elevador hacia estadios de conciencia superior. Comprensible, entonces, que el poder reinante hubiera querido apropiársela, en un claro intento de «aplanar la curva» de Consciencia, asociando sus sublimes registros a sus nefastos intereses.
Hermosa nota y delicioso –y poético– final… para terminar con las comisuras enruladas. ^_^
Increíble como en la historia siempre hay grupos que buscan apropiarse de expresiones de luz para beneficio propio!