EXPEDIENTES E.T. | Archivos, memorias y tránsitos de Shaktima
Delio Amado León,
Vivir en extrainning
Por Erika Tucker
Con bate y guante en mano, regresa el próximo 23 de octubre por Venevisión y YVKE Mundial, para transmitir la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, único deporte que ha practicado con fidelidad. Fiel también le sigue a la vida quien estuvo a punto de meterle un strike, por bola, y dejarlo con las bases llenas. Todavía le queda demasiado campo por recorrer a quien aún recuerda haber narrado el primer jonrón que conectó Antonio Armas, así como el último.
Verlo es creer en algo, quizá y para ser justos en él mismo, en ese hombre con casi 25 años siendo voz en cada juego de béisbol en los que «la bola se va, se va, y se fue de ¡jooooooooooooooooooooooooonrón!»; o bajo cada «upper» de izquierda o derecha de los que narra en las lides del boxeo.
Es Delio Amado León, a quien el nombre le bautizó la vida, con el signo que lo ha llevado a darse a conocer como el propio «león» que rugió y seguirá haciéndolo pese a que la vida le jugó una trastada que lo impulsó a «pedir tiempo», resguardarse en el «bullpen», hacer más señas que “umpire» en apuros, y recostarse en la cuerdas de un ring como para tomar un segundo aliento.
Ahora, casi recuperado de males se sabe que ni se acabó el juego, ni se quedó en la lona, aunque la toalla estuvo suspendida en el aire justo cuando la cuenta de tres iba por dos y las luces del estadio parecieron apagarse por momentos.
Delio Amado viene de regreso, después de haber caído tras una lesión cancerígena de doce centímetros en su pulmón izquierdo (reducida ahora tan solo a cinco) y sobreponerse a un edema en el cerebro que estuvo a punto de pasarlo a retiro.
Es que el veterano de 64 años no en vano ha vivido entre competencias, contiendas y luchas, así que un mal como este no iba ganarle, menos sin dar la batalla. Lo sigue, con el amor de una mirada siempre encontrada, Auristela, su esposa, un monumento que en su juventud jugó voleibol y que lo trajo a su cancha desde hace 46 años y le anotó cinco hijos.
DIOS Y GENTE BUENA
«Todo empezó en febrero de este año cuando regresé de la Serie del Caribe. Me sentía cansado, sin ánimo y un poco nervioso. Fue cuando le dije a mi vecino, el médico Andrés Octavio, que quería hacerme un chequeo preventivo y bueno, me diagnosticaron cáncer». La gorra de aquel evento le tapa una calvicie forzada. Está delgado aún pero entero y con una vitalidad que asombra, más cuando se sabe que estuvo postrado, inválido de espíritu y tan deprimido que no aguantaba conteos.
Mira fijo, la historia -se le nota y lo reconoce luego- lo golpea. Sin embargo, no se le oyó quiebre en su voz ni un mal tiempo en sus ojos, no se lo permitió en toda la conversación que, poco a poco, se fue convirtiendo en un acto de buena fe. «Me deprimí mucho, tanto que si no hubiese sido por el apoyo familiar, el de mis amigos y el de los médicos a los que me entregué, no sé que hubiese pasado. Me dolía además el no poder ir a la Olimpíadas, pero tuve que tomar una decisión y fue la de mi vida».
No parece -precisamente- un león enjaulado en el hogar que lo retiene ahora, cuando se recupera demasiado bien después de los tratamientos a los que se ha sometido. Venía de realizarse un nuevo análisis endoscópico y la felicidad no la ocultaba. «Estoy sorprendentemente bien, así lo dijo el doctor», asegura.
-Se supo que se trasladó hasta una persona que sana milagrosamente.
-Sí, ella está en Urachiche, en el estado Yaracuy. Es una señora que supuestamente se transforma en el doctor José Gregorio Hernández, atiende a mucha gente, no cobra y trabaja con medicina natural.
–¿Lo operó?
-Sí, eso fue increíble. Me operó en el pulmón y en los ganglios que me afectaban en el brazo y la pierna izquierda. Yo sentí el bisturí, aquí al costado -señala la zona- y no boté ni una gota de sangre. A los dos días los dolores se me fueron.
–¿Usted cree en qué?
-En Dios y en la gente buena.
Esa visita la realizó a las tres semanas de haber salido de la clínica, entonces, su cama era eso: clínica, una enfermera fue su compañera de noche y de día y para caminar usaba una andadera como apoyo.
Fue aparatoso el traslado junto a Juan Pedro del Moral, quien lo acompañó en el aventura de fe. «Aquello estaba lleno de gente que espera sanarse. Eso me mueve a pensar que hay que creer en algo. Ella atiende en un lugar donde no hay luz eléctrica, sólo velas y un altar. Me preguntó de qué sufría, entonces me operó como te dije».
TIBURON POR PARTIDA DOBLE
Allí no quedaron sus búsquedas. La próxima seña fue la del doctor Pedro Vargas, quien entró en juego con las cápsulas de cartílago de tiburón. «En ocho días te levantas de esa cama», le prometió el hombre y la promesa bien costó el amargo sabor de aquello, mezclado con el yogurt de rigor, para hacerlas más comestibles. Después vino la «medicina cuántica» con las piedras y los cuarzos.
–¿De todo esto qué lo sanó?
-Todavía no lo sé, todo ha sido como un proceso de recuperación integral. De todas maneras, prefiero hacerle caso a mi médico y continúo con el tratamiento de radioterapia directa al pulmón. Yo creo que uno lo que tiene que tener es fe.
-Ajá, pero ¿fe en qué?
-En uno, en principio.
–¿Cómo cree que logró sostenerla ante la palabra muerte?
-Mi depresión fue horrible, pero entendí que primero que nada tienes que entender que se trata de una lucha contra un mal, que cuando te dicen cáncer se piensa que es un pasaporte a la muerte, pero que la tecnología está tan avanzada que es posible salvarte, que es curable. Hay que tener fuerza de voluntad y no te puedes abandonar, más cuando tienes un equipo de gente que está contigo y hasta por ellos mismos uno tiene que seguir haciendo el esfuerzo de vivir.
–¿Se sintió entregado en algún momento?
-Sí, hubo un momento que no quería seguir por los dolores, pero me convencí a mí mismo que no podía defraudar a mi familia, a los amigos y a los doctores. Todo eso pega, sobre todo los testimonios del público, la cooperación, el ánimo que te llega y me convencí de que me iba a curar.
–¿Tuvo miedo?
No, tengo mis hijos grandes…
–¿Pensó en que le quedaba algo por hacer?
-Tampoco, qué no he hecho en esta vida. He tenido la oportunidad en estos meses de hacer lecturas que me han ayudado a reflexionar, a pensar en el perdón, pero lo que más estoy convencido es de vivir sin egoísmos, tomar las cosas con más calma.
El 23 de octubre es la fecha que se le ha colocado a su vuelta, se entregará a la temporada como en sus mejores tiempos, atrás están sus «amados leones» equipo con el que aún mantiene una querella por una liquidación digna. Estará como voz oficial de los Tiburones de La Guaira, con quienes se estrenó el año pasado. No pierde la ilusión de narrarle a los Tigres de Aragua, algo que quizá concrete antes de su retiro. «Porque eso tiene que llegar, ya está bueno, hay que darle chance a la nueva generación en la que hay gente muy buena».
Artículo publicado el 14 de octubre de 1996, diario El Nacional, Sección B, página 10.
Sentir este presente lo que fue su tránsito Aquel día, antes de despedirme, su esposa se acercó y me agradeció la charla tomándome de la mano, pero fue su mirada indescriptible la que de cierta forma me confío su difícil situación. Fue extraña la despedida. Transcurrió un poco más de un mes y se marchó: el 30 de noviembre, día triste en todo el país, no solo en el ámbito del deporte y sus fanáticos, era realmente amado y admirado por todos.
Dice Wiki: “Su homenaje póstumo fue uno de los más emotivos (tan sólo superado por el de personajes como Amador Bendayán)”, así como señala que “el 29 de octubre del 2007 fue exaltado al Salón de la fama del Béisbol Venezolano”.
Somos la cura
Precioso testimonio! Gracias siempre Ma! Om Namaha Shivaya!
ONS ,Madre …me queda un sentimiento de cercanía decantado de una entrevista tan íntima y profunda ,como si uno lo hubiese conocido desde siempre. Bello ser !!! gracias