Sw Adiananda | SKY Ecuador
La naturaleza, la tierra y los seres humanos (I)
Las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza ha variado con la historia. Los paradigmas epistemológicos actuales abandonaron las cosmovisiones y las percepciones sobre las relaciones hombre-naturaleza de las épocas pasadas, es decir las que corresponden al mundo pre-moderno o al mundo tradicional. La Revolución científica dejó de lado, como inadecuado, el conocimiento previo, el conocimiento “metafísico”, “animista”, alquímico y hermético, donde el ser humano era parte consustancial de la naturaleza.
Pero, no solamente los paradigmas positivistas actuales, han abandonado las percepciones y visiones armónicas de hombre con la naturaleza. Existen posturas religiosas e ideologías, sobre todo en Occidente, pero también en Oriente, que dejan de lado esa visión holística, integral y armónica del ser humano. Tanto los dogmas religiosos como los ideológicos, y las visiones materialistas coinciden muchas veces, en considerar que el ser humano está en este planeta para dominarlo, utilizarlo y explotarlo.
Las religiones Judeo-cristianas, al contrario del conocimiento y Ciencia Védica, consideran que el ser humano es “distinto” a la naturaleza. El catolicismo, por ejemplo, considera que el ser humano ocupa “un lugar único en la creación”, ya que “está hecho a imagen y semejanza de Dios”. En la naturaleza humana existe la unión del mundo espiritual y el mundo material, y al considerar que el ser humano, es la única criatura con conciencia de “Dios su Creador”, tal como dice el Génesis (24,3): “Es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí mismo”, el dios creador de la Biblia también otorga la potestad al hombre, para dominar sobre todas las otras criaturas, y por ende las culturas de Occidente, aquellas basadas en concepciones puramente materialistas, coinciden en considerar a nuestra Tierra, como un espacio para el uso y explotación humana, casi sin respeto a otras formas de vida.

Según San Juan Crisóstomo, por ejemplo, para el hombre fue creado todo el mundo: “Para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación”. También el Papa Pío XII, afirmaba que: “Siendo la tierra morada de los hombres, puede usarse por derecho natural para desarrollar y sostener la vida”. Puede que estas posturas en sí mismas no sea malas, el problema está en que la mayoría de las culturas y civilizaciones actuales, consideran que la naturaleza está allí para irrespetarla, interpretando mal el papel y el rol del ser humano en el planeta. Los que más respeto han perdido a la naturaleza, a la tierra, a los seres vivos, no solamente son los que defienden el capitalismo materialista y consumista, los materialistas comunistas, y las posturas extremas marxistas, así como los herederos del Maoísmo chino, que son mucho más peligrosos.
Basta ver solamente una arista pequeña que ejemplifica este problema en la actualidad: desde hace unos meses y en plena pandemia, en el hermoso Océano Pacífico, frente a las costas del pequeño país andino ecuatorial, el Ecuador, en sus Aguas Territoriales, abusando de su poder, está una de las flotas pesqueras chinas más grande del mundo (250 a 300 barcos), llevándose toda forma de vida marina y submarina, no importa que estén junto al santuario natural de las Islas Galápagos, explotan y matan sin parar, desde grandes ballenas, tiburones, delfines, peces y tortugas, toda forma de vida.
Esa misma sociedad, China, descrita por el biólogo y geógrafo norteamericano Jared Diamond, en Colapso (2005, p. 358) presenta los más severos problemas ambientales y la situación está empeorando, es decir no hay conciencia ambiental, ni respeto a la naturaleza: “Existe polución del aire y el agua, pérdida de la biodiversidad, pérdida de la tierra agrícola y de pastoreo, desertificación, desaparición de los humedales, crecimiento de la escala de la explotación humana, así como el crecimiento y frecuencia de los desastres naturales inducidos por el hombre, la expansión de las especies invasivas, pérdida del flujo natural del agua en los ríos, salinización y erosión del suelo, acumulación de basura, y pérdida de recursos en general”. Como todo el mundo conoce, China fue el epicentro de la gran pandemia de este siglo XXI. Pero, lo más grave de todo, es que, lo que sucede en China, obviamente impacta en el mundo entero. El tamaño de su población, su economía, su área geográfica, permiten que los desequilibrios ambientales, no sean solamente problemas internos, sino que impacten negativamente al mundo entero, ya que compartimos tierra, océanos y atmósfera.
La propia globalización dio paso a que China, un gigante incontrolable, sea el centro de la economía global. Sustentada en una visión materialista del mundo, donde el aforismo de la Revolución de Mao todavía está presente: “El hombre debe derrotar a la naturaleza”, que llevó, por ejemplo, al exterminio de los gorriones ordenado por el gobierno de Mao en 1958, con consecuencias nefastas para los ecosistemas, la cadena alimenticia, y por supuesto para los gorriones, y poco después para los propios campesinos, quienes sin los gorriones, no pudieron controlar las verdaderas plagas de langosta, en consecuencia, sin cosechas murieron más de tres millones de campesinos.
Cuán alejadas están todas esas concepciones sobre las relaciones del ser humano y la naturaleza, su lugar en el mundo y en el cosmos, con la sabiduría y el conocimiento de la Ciencias Védicas y ciertas tradiciones Orientales, y de algunos pueblos nativos del mundo, que se basan en el respeto a la naturaleza y a la vida.
El principio filosófico del respeto a cualquier forma de vida, el Ahimsa o “no violencia”, forma parte de la espiritualidad que sentó las bases del hinduismo, budismo y el jainismo. El Ahimsa lo encontramos varios siglos antes del cristianismo en los Upanishad, y poco a poco, con la introducción de la filosofía Yoga en el mundo, en particular en Occidente, ese principio inspira a muchos seres humanos en la actualidad.
Para explicar el rol o papel o las relaciones de los seres humanos con el mundo, existen varias posturas filosóficas en la India, siendo dos de ellas bastante más conocidas en Occidente, el Samkhya Yoga y el Advaita Vedanta, simplificando, la primera trata sobre el dualismo y la segunda sobre el no-dualismo.
Ambas filosofías permiten entender mejor sobre Dios, el mundo, el universo y el individuo, así como el papel del ser humano en este esquema de la existencia, donde es muy importante conocer la Ley cósmica de Causa y el Efecto (karma), que puede explicarnos también sobre la evolución humana en el planeta, así como el Sanatan Dharma. Dharma es la ley universal de la naturaleza, que se encuentra en cada individuo, lo mismo que en todo el universo, que lleva a que el ser humano, sea virtuoso y respetuoso, consigo mismo y con todo lo que le rodea.
Este es una serie de tres ensayos que abordará la Sw. Adiananda, quien es doctora, PhD, profesora investigadora Principal Titular de la Facultad de Filosofía. Carrera Historia y Geografía en la Universidad de Cuenca. En estas reflexiones abordan la relación entre la naturaleza, la tierra y los seres humanos.
Ciertamente, pululan las teorías sobre el ser humano como el amo de la creación. ¿A cuenta de qué?
No sé dónde ni cuándo comenzó esa falacia.
Gracias. Me sentí identificada con este artículo.
Conchita
Y para colmo tiendas Chinas, nos invaden con su falta de respeto a la naturaleza, a nuestra tierra pfff… muy buen artículo! Gracias Swami ONS ?