Las calles de Varanasi son para encontrarse, incluso rozarse, con la naturalidad y la pureza de quien las camina en su verdad. Sean con una vaca, un perro, el peregrino o el habitante habitual con el que se convive a diario en la estrechez de aquellos laberintos milenarios que solo resisten el tiempo por la nobleza de una tradición que jamás morirá: sostener el ser.
Este encuentro ya se los he narrado, pero ante la partida de Shibendu, el biznieto de Lahiri Mahasaya, el pasado 7 de noviembre, me siento en la necesidad de rememorarlo por lo significativo y determinante que fue este acercamiento, así como la decisión de tomar iniciación con quien supo preservar el legado de Kriya Yoga desde su pureza y frontalidad.
Atardecía. El bullicio incesante del Varanasi adentro apenas se apagaba. Las estancias internas del ashram, más que proteger o aislar, resguardan; de ahí que los movimientos externos queden sujetos a ese umbral invisible que tanto conmueve.
“Shakti, parece que es Shibendu quien se ha sentado en nuestro portal. Está ahí, sentado, reposando”. Así se me anunció el hecho. Y sin mostrar sobresalto, salí prudente y casual a su encuentro. Un hombre fornido, mayor y con respiro dificultoso estaba allí, con un bastón en el que sostenía la cabeza gacha, mientras un par de seres esperaban que su recuperación momentánea los dejara seguir hasta los metros que separan nuestro ashram de Sathyaloka.
No podría decir que, con timidez, más bien con profundo respeto, me acerqué por detrás tocándole el hombro y pronunciando en reverencia. Lo que le llevó a voltear y ver detrás de mí -por la rendija de la puerta que había quedado entreabierta- la imagen de Babaji. “¿Qué es esto aquí?” preguntó sorprendido, y entre todos supimos decirle que éramos un foco nuevo de Kriya y que estábamos más que ansiosos por conocerle y que nos diera bendición.
Así fue. La visita la acordó pronta, se extasió revisando minuciosamente todo el lugar, se postró y ofrendó ante el lingam, así como nos escuchó cantar. Su placidez, su dulzura nos tradujo su aprobación, más cuando nos conminó a iniciarnos en los días que seguían, los que hicieron que su presencia fuera la más absoluta y oportuna bendición jamás imaginada.
La jornada iniciática, su referencia constante a nuestra presencia, así como a nuestra labor, lo dicho: la bendición más pura que hoy reverbera para seguir con la fuerza que todo esto brotó tan naturalmente.
La esencia de Shibendu, nuestro eterno vecino, será siempre lo que impregne nuestro andar por Varanasi.
Jai Guruji! Gloria a su alma.

Conmovedor y hermoso encuentro
Om Namaha Shivaya!
Gracias
Ons es una hermosa bendicion tener A Ma como maestra y Guru mas amor en mi
Que bello, por la simpleza y la profundidad del encuentro; por haber podido ustedes coincidir de esa forma en una ciudad en que una cuadra guarda millones de posibles puertas; por la certeza que seguramente generaron esos minutos hacia cualquier otra vida, futura y pasada, vivida en este y cualquier otro mundo. Benditos los dos!
Hermoso encuentro causal, amor, amor y más amor. Jai Guriji.
El Linaje de los Inmortales vive en ti Shakti Ma, y vivirá por siempre en Kashi. Hasta el fin de los tiempos.
Hermosa lectura. Me hizo sentir como si habría estado yo mismo recibiendo a Shibendu en aquel pórtico. Que Dios lo tenga en su Gloria.
Siempre hermoso recordar tan bendito encuentro! Gracias Ma!
Om Namaha Shivaya 🙏 Buenas tardes, gracias Shakti Ma, por compartir esa hermosa vivencia, me encantó la parte de cuando «el eterno vecino» volteó y vió a través de la rendija de la puerta la imagen de Babaji, y preguntó » qué es esto aquí»? Jai Guruji Gloria a su alma. Gracias 🙏
Que bella historia cuánta bendición cuánto sincronismo ..era la gota de luz que sello ese hermoso lugar que mí Ser lo mira lo observa tras los ojos de Ma cuando ella está allí..por ella y por nosotros ..ons
Gracias por compartirnos su sentir.
Qué relato, qué recuerdo tan bendito, qué belleza! Gracias!!! ONS!!
Jai Guruji,
gracias Ma por estas palabras.
Gloria a todos los Gurus
Om Namaha Shivaya!!🙏🌟