Nikolai Berdyaev, filósofo ruso, nació en Kiev el 18 de marzo de 1874 en el seno de una familia aristocrática, militar y cristiana ortodoxa. Fue un lector asiduo de la biblioteca paterna, incluidos Hegel, Kant y Schopenhauer. Estudió en la Universidad de Kiev, abrazó el marxismo y fue expulsado por manifestar; asistió a otras instituciones, pero nunca se graduó. Debido a ciertas actividades ilegales, en 1898 fue exiliado a la Rusia Central donde escribió su célebre primer libro, “El sentido de la creación” (1916), en el que ya muestra su transición hacia el existencialismo.
En San Petersburgo participa en debates intelectuales y espirituales, y se enfoca definitivamente en la filosofía y la religión. Retoma el cristianismo ortodoxo, pero critica duramente a la institución, su dogma y autoritarismo. Acusado de blasfemo, fue condenado al exilio en Siberia, castigo suspendido por la I Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique. Toleró las dificultades y la tiranía revolucionarias hasta que fue expulsado del país, emigró a Alemania y se estableció en Francia.
Su pensamiento filosófico, llamado también “existencialismo cristiano”, define conceptos como el de libertad, verdad y creatividad. La libertad entendida como realidad básica o última, un “terreno sin fundamento” que precede a la existencia de los individuos y del Universo, la libertad primordial (de Dios) sin la cual no habría nada. La verdad (última) la clasifica en: “objetiva”, el conocimiento adquirido por la razón, la lógica, la ciencia y la tecnología, esencialmente defectuoso por ser incapaz de captar la verdad última y fundamental; y “subjetiva”, la que se alcanza por uno mismo, subjetivamente, en las profundidades internas. Finalmente la creatividad, que surge de la libertad en el corazón de la existencia: crear, como Dios, “de la nada” en cada ámbito de la vida.
Escribió unas 12 obras más y murió el 24 de marzo de 1948.