Podríamos llamarle el fraile indócil, por su desafiante personalidad; o el nolano, como se hacía llamar por haber crecido en Nola, a unos veinte kilómetros de Nápoles. Este astrónomo, filósofo, teólogo y poeta italiano, nació el 9 de febrero de 1548. Su nombre de nacimiento fue Filippo Bruno y fue uno de los seres más inquietos de la Europa del siglo XVI.
Inicia sus estudios en Nola, luego se traslada a Nápoles para estudiar en el Studium Generale, así como en el monasterio agustino de la ciudad. En 1565, ingresó a la Orden de los Dominicos donde se dedicó a estudiar a Aristóteles y Santo Tomás. Allí adoptó el nombre de Giordano y se dedicó a escribir sus primeras obras, entre ellas su sistema nemotécnico y su texto Sobre el Arca de Noé.
Su talante indomable y su constante desafío a la autoridad lo hicieron sospechoso aliado del protestantismo y fue denunciado ante la Inquisición. Fue encarcelado por la misma, primero en Venecia y luego en Roma. Luego de diversas torturas y años de encierro en lúgubres mazmorras, al mantenerse incólume sobre sus convicciones, el 4 de febrero de 1600 fue sentenciado como hereje.
Cuando el acusado se arrepentía en último momento, la Inquisición solía ejecutarlo y luego quemar el cuerpo, sin embargo, Bruno fue quemado vivo el 17 de febrero de 1600.
Dejó uno de los mayores legados de sabiduría para el mundo.