Andrés Pérez | SKY Ecuador
¿Cómo nos creímos que sería el apocalipsis? A veces creí que la devastación nuclear iba a ser la causa, hace un tiempo supuse una catástrofe ecológica causada por el calentamiento global o un meteorito gigantesco que pueda causar otra destrucción. Muy hollywoodense hasta para distraerse de lo que realmente puede pasar.
Ahora ya no me creo estas opciones, ahora sé que existe un macabro plan de miedo y temor que se está empezando a instaurar y como somos tan dramáticos asumimos que lo que esta pasando globalmente nos causará el gran efecto negativo a nosotros y es el fin de la humanidad, pero no es así, el plan apenas empieza. Somos el primer escalón del plan y el gran objetivo no es que nos enfermemos, que nos enfermemos es parte, es más importante sembrar el miedo y el temor.
Apareció un virus muy agresivo, y los organismos de salud (OMS), tienen tantos discursos que no se acaba de entender por donde se mueve el virus este, una semana se sabe que es por las superficies, a la siguiente ya no son las superficies son la gotículas en el aire, a la siguiente no tienen evidencias para sustentar ninguna de esas opciones y luego volvemos a las superficies y así hemos empezado a vivir una paranoia de que cualquier superficie está infecta.
Cualquier persona está infecta. Empezamos a desconfiar de todos. Nuestro sistema humano, simbionte con varias bacterias cutáneas, se lava y desinfecta y pierde ese vínculo generado. Nos volvemos vulnerables al ambiente del planeta. Para salir de nuestras casas hemos entrado en un sistema de respiración comprometido, ya no solo respiro aire del ambiente, sino también lo que exhalo, y el sistema respiratorio se acostumbra a su nueva realidad. Nos corresponde aplicar el distanciamiento social, y creería que a la larga vendrá un distanciamiento emocional, para completar la vivencia en una virtualidad absoluta. Una semilla muy elaborada perfecta para crear temor y miedo.

Aunque discrepo con lo dicho por Charles Darwin, en algo concuerdo, las especies se adaptan y modifican para sobrevivir en el ambiente en el que se encuentran. El ser humano no es la excepción, está situación nos permite adaptarnos a la nueva normalidad, y conforme las generaciones se renueven, pasará de ser la nueva normalidad a la normalidad.
En esto supongamos un avance en el tiempo de 1500 años, con algunos virus más por ahí, otras normas de cuidado y una semilla de miedo que, como un baobabs, crecerá en el humano y se mantendrá imponente. Llegamos a un humano, temeroso, desconfiado, frágil y distante, que ha logrado mutar su amor propio, por un encapsulamiento de temor, donde nada de exterior es para él. Un deseo inminente de cambiar ese frágil cuerpo humano biológico, por un cuerpo de reluciente metal inocuo a cualquier medio. Existiendo solo adentro, ya lo de afuera no es necesario. Entregando esa “libertad” de existir afuera, al sistema que todo lo controla.
¿Existe esperanza?, pues sí. A pesar de todo, el humano nació para evolucionar, para ser luz, para ser. El confinamiento nos ha permitido ver un camino hacía el ser, y es el camino hacia adentro. Si esta especie de cyborg creado para protegerse del exterior, ya es un resguardo físico, el humano dentro, que no ha perdido ese impulso de ser, tiene un espacio para existir, revolucionarse para avanzar y evolucionar. Un camino interior siempre será posible, la ejecución de la espiritualidad es cuántica, y no necesita más que átomos y energía para que funcione. Claro será un rebelde, haciendo una rebelión propia, que lo puede llevar a encontrar una libertad real, tal vez eso fue lo que decidió la humanidad, ser llevada al extremo de control y cohibición, para que su ser, llevado por su natural deseo de libertad, encuentre el camino de la libertad real, dejando de lado todo lo que la matrix ha creado para distraerlo.
Si ese fuera el caso, no es un escenario en el que quisiera participar, los lineamientos para vivir esta nueva normalidad están establecidos ya, las semillas de temor y miedo han sido lanzadas y solo tenemos un camino de libertad, generar ese espacio cuántico interno de luz y amor.
*Timentes; es un género de escarabajos de las hojas.