El Siddhartha de Herman Hesse asevera lo siguiente: «Cuando arrojas una piedra al agua, se va al fondo por el camino más corto. Así sucede cuando Siddhartha se propone algo […] Su meta le atrae, pues no deja penetrar nada en su alma que pueda entorpecerle el camino” 1. ¿Cuántos de nosotros podemos decir que avanzamos con la misma entereza hacia nuestros objetivos? Se pueden dar miles de motivos por los cuales no es posible ser «una piedra en el estanque». Así es nuestra realidad material, la Maya, múltiple e infinita en sus formas y manifestaciones. Pero ¿Debería nuestra actitud hacia ella ser igual de variable?
En occidente, un grupo de pensadores que se planteó esta pregunta en firme fue el de los estoicos. El Estoicismo nace en el siglo IV a. C. con Zenón de Citio, y empieza su decadencia tras la muerte del emperador Marco Aurelio, en el siglo II d. C. Esta doctrina filosófica establecía que el mundo natural opera según la causalidad, esto es, la relación entre los acontecimientos y sus causas. Sin embargo, entender racionalmente la causa de un acontecimiento no implica el control de sus consecuencias. Lo único sobre lo que siempre se tendrá control, decían, es sobre sí mismo. 2
Los estoicos entonces vuelcan la mirada hacia adentro, y proponen que, independientemente de la situación que se presente en la vida, esta debe ser enfrentada con valor y aceptada tal como es, sin permitir que cause mayor turbación al estado interno. Así, el mundo exterior es percibido como una constante lección, que alimenta las virtudes de la aceptación y el entendimiento. 3 Marco Aurelio sostiene en sus Meditaciones: “No te arrastren los accidentes exteriores; procúrate tiempo libre para aprender algo bueno y cesa ya de girar como un trompo. En adelante, debes precaverte también de otra desviación”.
Estas reflexiones dan especial atención a cómo el mundo exterior estará siempre inundado de turbaciones, de fenómenos fuera de nuestro control. Sin embargo, la actitud frente a estas habrá de ser siempre la misma: afrontar el hecho de que las cosas son como son, aceptar que sean así, responsabilizándose por la única cosa en nuestro control: nosotros mismos. Esto, para continuar con el aprendizaje que la vida brinda y alcanzar la “eudaimonía”, la realización o plenitud humana. 5 Si trasladamos estas nociones a nuestra civilización occidental contemporánea, surgen, al menos, dos grandes cuestionamientos.
Primero: ¿En qué consiste la realización? Si bien la traducción aceptada de eudaimonía es felicidad, esta palabra proviene de dos raíces que son “eu” (verdadero) y “daimon” (espíritu). Se puede decir entonces que la realización no es un estado de felicidad inagotable, sino el acto de abrazar la verdadera naturaleza del espíritu. Esta podría fácilmente ser una descripción del Nirvana, planteado por los budistas, o el Samadhi, descrito en los antiguos textos védicos de la India. Sin embargo, para nuestra sociedad, la realización está más cercana a la acumulación de posesiones materiales y experiencias, que al propio espíritu.
Segundo: incluso si se persigue la realización espiritual, ¿cómo se alcanza? Quizás, el texto con mayor trascendencia en esta materia sea El Yoga Sutra de Patanjali. En el, se afirma que el Yoga es el medio para cesar las fluctuaciones de la mente, y alcanzar una percepción elevada que permita ver la verdadera naturaleza del espíritu. Sin embargo, las fluctuaciones de la mente serán tan resistentes y poderosas como sea el karma, acumulado vida tras vida, que condiciona las posibilidades de evolución del alma en cada existencia. Ahora, ¿Por qué son relevantes estás reflexiones?
Porque padecemos una confusión crónica. Como nuestras aspiraciones están basadas en la materialidad, que se reinventa infinitamente, perseguimos ideales inalcanzables. Las almas más ambiciosas llegan muy cerca, pero nunca es perfecto, ni suficiente. El resto cede ante el torrente de distracciones, producto de una Maya cada vez más estimulante que, nos distrae, justifica nuestra distracción, nos ofrece otro potente paliativo que adormece la conciencia, y es condescendiente con la mediocridad. Queda claro que el juego evolutivo es adverso, pero el potencial interno de sobrellevarlo brilla en cada alma hasta el infinito.
Fuentes consultadas:
1. Hesse, Herman. 2012. Siddhartha. Madrid: Editorial DeBolsillo. p 57
2. Baltzly, Dirk, «Stoicism», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2019 Edition), Edward N. Zalta (ed.).
3. Ibid
4. Marco Aurelio. 1977. Meditaciones. Madrid: Editorial Gredos. Primera edición. Quinta reimpresión. p 61
5 Romero, Adriana. (2015). La concepción aristotélica de la eudaimonía en Ética a Nicómaco: Relación entre vida activa y vida teorética. Revista de Investigación, 39(85), 13-30. 2023,
Muy bien por Zenon, que buen artículo para ubicarnos donde debe ser
Qué oportuna ésta reflexión para mí. Caída de los cielos para que regrese a mi centro. Gracias 🙏 Mil 🙇
Este tema es justo el que ahora me ocupa dado que vengo observando la cada vez mayor distracción que tenemos a nuestro alrededor todo el tiempo, este artículo me lo refuerza, muchas Gracias! ONS
Me encantó.
Excelente escrito!
Gracias por este aprendizaje. Me ha caído muy bien estas reflexiones y me ha dado respuestas a inquietudes que estaban pasando por mi mente. ONS.
Conclucion brillante: «Queda claro que el juego evolutivo es adverso, pero el potencial interno de sobrellevarlo brilla en cada alma hasta el infinito.» Gracias.
Muy esperanzador el mensaje en sus líneas finales. Sabemos cuanto nos cuesta en focarnos en nuestro Sadhana y vivirlo en todo momento.
Muchas gracias, resueno mucho con este articulo. Gratitud
Feliz tarde. Lo mejor que he escuchado. Llegó en un momento oportuno de mi vida. Estoy de acuerdo con.el planteamiento pero Maya nos sabotea.
Gracias Gracias Gracias
ONS!!!!! Gracias por estas reflexiones no se imaginan como me caen de bien.
Gracias.