Sri Krishna Govinda solía visitar un jardín específico de los bosques de Vrindavan. Durante sus paseos contemplaba la belleza de las flores y plantas. Embelesado exclamaba con absoluta devoción: “Las amo mucho”; a lo que ellas contestaban: “Nosotros también a ti, amado Krishna”.
Un día llegó Krishna al Jardín algo agitado y con un sentimiento de zozobra. Las plantas y flores nunca lo habían visto así. Se acercó al bambú y con un tono algo grave le dijo: “Tengo una petición que hacerte”. Le era difícil de pronunciar y no quería alarmar a las demás plantas. Así que se acercó y le susurró al oído. El bambú, después de un corto silencio le dijo a Krishna: “¿No existe otra alternativa?”. Lamentablemente no, contestó Krishna. Entonces, siendo así; puedes proceder. Krishna cortó el bambú.
Una vez cortado el bambú tuvo que soportar estoicamente el dolor de ser transformado en Bansuri. La flauta traversa típica de la música clásica del subcontinente indio. Dicho proceso de elaboración conlleva el corte de un tallo largo de bambú, que tenga al menos 30 centímetros de distancia entre sus nudos. Luego se procede a vaciarlo y hacerlo perfectamente hueco. Se lijan las posibles asperezas y se pulen las imperfecciones. Se sumerge en aceites especiales para hidratarlo. Con esto se logra que adquiera mayor belleza y durabilidad, al ser más flexible y maleable. Luego se perforan siete agujeros. Con un metal caliente, para que queden perfectos. Otro tipo de perforación, dañaría la integridad de la flauta y distorsionaría el sonido. Se tapona uno de los extremos. Se refuerza y decora con un anillaje de seda o cualquier otro textil noble. Y así queda lista para producir exquisitas melodías.
Krishna llevó el Bansuri por primera vez a sus labios de loto, como dándole un tierno beso a aquél noble bambú que confiado se entregará a su dolorosa transformación. Colocó dulcemente sus finos dedos, tapando con ellos algunos de los siete agujeros. Le insufló de su bendito prana y fue allí, en ese momento, cuando en la tierra resonó la más hermosa melodía jamás tocada.
Al Bansuri de Krishna se le conoce como Muralí. Y es su amiga inseparable. Pasaba todo el día con su señor. Hasta dormía con ella. Cuando no la estaba tocando, la llevaba ceñida a la cintura. Tanto era el amor que mutuamente se profesaban, que las Gopis comenzaron a estar celosas de Muralí.
Un día le increparon las Gopis: “Cómo es que tú estás siempre con Govinda, y a nosotras sólo nos visita por las noches”. Muralí, después de una breve pausa les contestó: “El secreto es estar vacío por dentro”. Es así como mi Señor puede hacer conmigo lo que le plazca. Y juntos, somos capaces de embelesar a toda la creación con la belleza de las melodías que el Ser Supremo produce.
Muralí es movido por el Prana de Krishna y su sonido se compone por una escala de 7 notas. Correspondientes a los siete principales chakras. Infinitas permutaciones sonoras. El Bansuri es el canal Sushumna con sus siete vórtices energéticos. Cada uno produce una tonalidad característica. Mover el prana es producir la música del universo en nosotros. Es afinarse al sonido de la creación.
Fuentes Consultadas:
https://www.flautanativa.com/es/a-flauta-de-krishna/?v=95316f20e42e
https://sadhana.app/?p=2633
Sublime … Gracias por compartir…
me encantó. Muchas gracias!
Muy bello!! Gracias !!!!
!Cuánta enseñanza maravillosa y profunda encuentro en este relato. Nikolás, gracias por compartirlo.
!Cuánta enseñanza maravillosa y profunda encuentro en este relato. Nikolás, gracias por compartirlo.
Hermoso! Yo siempre le pido permiso a las plantas cuando preciso, por ejemplo, una hoja de laurel, para sazonar la comida. Y es mucha verdad, hay que tener la mente vacía para poder escuchar la música de los dioses
Hermoso relato.
Una belleza!
Bella historia, no la conocis. Un dulce alimento para el alma