El sol que nos acobijó durante un mes en Varanasi nos dio la bienvenida también en Madurai. El primer día nos subimos al autobús en Madurai y recorrimos la autopista hacia Rameshwaram. El paisaje se fue abriendo hasta que nos rodeó el mar a la derecha y a la izquierda, mientras transitábamos el puente. Estábamos tan encantados que los conductores detuvieron el autobús para que pudiéramos salir a ver al océano.
Parados ahí, inhalando el aire salado, sintiendo el sol caliente y una gran euforia, al intentar capturar ese recuerdo, esa imagen en la memoria.
Esa primera tarde fuimos a la playa, la pequeña duna de arena bajaba, empinada en unos estrechos metros desde la autopista directamente hasta el agua. Apoyamos nuestras cositas, corrimos y nos sumergimos en el agua. Caliente, y las olas casi tan altas que, si uno se distraía, te podían llevar.
En la lejanía se veía avanzar una tormenta, pero por el momento había tiempo. Me acosté en el agua, flotando, sintiendo el arrullar de las olas, esos pequeños empujes y estirones, que dan algo y se llevan algo, “libertad” pensé, “esto es libertad”. A mi alrededor solo gozo y euforia. Celebración de la vida, del logro, del encuentro en un lugar tan extremadamente lejos. Me sentía en el borde del mundo, donde podías decidir si irte con la corriente, o flotar hasta el infinito.
El día siguiente empezó en la madrugada. Llevé el traje de baño, por recomendación de los organizadores. Era la visita al templo de Ramanathaswami. Rameshwar es uno de los 12 Jyotir lingams.
La historia cuenta que al derrotar a Ravana, Rama decidió hacer una puja para purificarse por haber matado a un Brahmin, siendo Ravana el bisnieto de Brahma. Fijó un día auspicioso y pidió a Hanuman que buscara un Lingam de los Himalayas. Al acercarse el momento auspicioso, Sita, viendo que Hanuman no llegaba, realizó un Lingam de arena. Durante la ceremonia apareció Shiva, quien proclamó que el Lingam se llamaría RamaLingam. Entonces llegó finalmente Hanuman,y molesto, intentó destruir el RamaLingam y entonces Rama bondadosamente le dio, a el Lingam del Kailash, el nombre Vishwanatha y pidió que se instalara al norte de Rameshwar, y proclamó que los devotos que fueran a adorar al Jyotirlingam debían primero consagrar a Vishwanatha.
Ramanathaswami es una construcción impresionante, monumental, jamás había visto un conjunto de esas proporciones, con anchos pasillos laberinticos, un amplio espejo de agua, y torres repletas de deidades de dimensión humana. Azules, rojos, verdes y amarillos llenaban cada muro y superficie en elaboradas decoraciones formando imágenes de deidades y sus vehículos.
Para visitar el templo es necesaria una limpieza profunda, se empieza con un baño en el océano, en nuestro caso ya lo habíamos realizado el atardecer del día anterior, entonces en la mañana emprendimos directamente el recorrido por los 22 pozos. Nos formamos en una fila, avanzando de pozo en pozo, donde se recogía agua en un balde y se vertía en una cascada en la cabeza. Era purificación tras purificación, tras purificación, 22 veces. Agua bendita limpiando de la cabeza a los pies, para prepararnos para entrar en el templo, para visitar Rameshwara, el Jyotir Lingam.
La fuerza del templo, la energía que se sentía, era indescriptibles.
En retrospectiva, mirándome a mi misma en las fotos que nos tomamos a la salida, me veo profundamente destruida. Y no seria cansancio, no seria el habernos despertado temprano o el haber caminado, es el haber dejado algo ahí y el haber encontrado algo, el deshacerse y reconstruirse. La depuración, la transformación, visible en la cara.
Ya de regreso a Madurai, justo cuando estábamos recogiéndonos ya en el hotel, se abrió la posibilidad de visitar el templo Minakshi Sundaraswarar.
Minakshi es un templo consagrado a la forma de Shakti llamada Minakshi, y a su consorte Sundareshwar, quien es una forma de Shiva.
La edificación fue planeada para recordar la anatomía de un ser humano, nos explicó nuestro guía, con una puerta al norte (un brazo), una al sur (otro brazo), una al oeste (la cabeza) y dos al este (los pies). El kunda es el ombligo. Como el Ramanathaswami, este templo comparte los colores vivaces que lo decoran, innumerables deidades habitan este espacio con su Murti, y un Lingam lo rige. Tuvimos la fortuna y bendición por el haber hecho este recorrido con nuestro Guru Mataji Shaktiananda, que se nos abriera una puerta normalmente reservada para no extranjeros, la posibilidad de visitar y reverenciar el Lingam.
Momentos íntimos y especiales del viaje no son para ser contados sino custodiados en el interno, como memorias alentadoras para el sendero. Momentos de encanto, conmoción, euforia, vividos en más de un mes habitando la India, no solamente el sur sino también la ciudad sagrada de Varanasi, en los espacios de la escuela, nuestros espacios. Un viaje repleto de bendiciones y lilas, al habitar un espacio que Shakti nos abrió en años de diligente visita, para poder hoy llamarlo nuestro.
Om Namaha Shivaya!
Gracias por compartir tan hermosa experiencia al lado de nuestra Guruji.
Gracias por compartir sus relatos. Se siente cercano lo vivido e inimaginable lo sentido. Alienta a seguir el respiro profundo al infinito. Hermosos tesoros internos que nos permiten leerles y sentir que ES el camino.
ONS!
Muy agradecida a todos los que hacen posible que esta coneccion de su sentir lo sienta 3n mí.
Gracias.
Gracias por este compartir, esto nos permite desde alguna pequeña forma, acompañarlos y quién sabe, quizás…
Om Namaha Shivaya, gracias!!
Om Namaha Shivaya.
Muy buena tarde desde México.
¡Qué hermoso! Se siente el gozo y la profundidad.
Gracias por compartir.
Es como estar ahí… Algún día será 🙏
Gracias y bendiciones. Un gran abrazo.
Om Namaha Shivaya!!
Que grande Maravilla!!
Preciosas reflexiones!!
Om Namaha Shivaya, gracias por compartir tan preciosas memorias