Cientos de kilómetros llenos de palmeras, la profundidad del océano, siendo el primero en saludar y despedir al sol, la vasta planicie que permite al aire, desde ambos costados del extremo sur de la India, conducir el aroma del mar y cubrir toda su extensión; ese es el ambiente sobre el cual se desenvolvió uno de los momentos históricos más épicos y determinantes de la lucha entre la luz y la oscuridad. El viaje a Rameshvara significó hacer emerger el pasado, aún conservado por tradición, para experimentarlo dentro de nuestros campos más sutiles de percepción, y nuestra memoria celular. Significó reafirmarnos nuevamente en la Verdad perenne y manifiesta.
Dentro de los múltiples centros de condensación energética que hacen evidencia viva de los sucesos allí ocurridos, Rameshvara es el lugar principal que comanda y dirige la frecuencia de Luz en el sur de la India. Fue allí donde Rama instaló un lingam para poder disolver las consecuencias kármicas generadas por haber matado al demonio Ravana, quien era un Brahman, y por tradición matar a un Brahman conllevaba un peso kármico.
El templo deslumbra con sus extensos corredores de más de 5 metros de altura, todos esculpidos y pintados de colores. Su magnificencia es digna del portento de Luz que lo habita.
La purificación para visitar el templo empezó con un baño en el mar, agua cálida y corrientes calmas nos permitieron aprovechar al máximo el tiempo para dejarnos impregnar de la sal marina y limpiar por completo nuestro campo electromagnético.
Al día siguiente, con el amanecer, nos alistamos para cumplir con nuestro propósito. Ya en el templo, el proceso de purificación para llegar al sanctum consta de pasar por 22 pozos sagrados, y dejarse bañar por encargados de regar el agua de cada manantial entre los visitantes. Todo el tránsito puede tardar aproximadamente una hora. Al transcurrir el tiempo me sumergía más en la frecuencia del lugar. Tras pasar por cada pozo más me deslastraba de capas de impurezas, para poder percibir con mayor fuerza las radiaciones del poderoso lingam de Rameshvara, y más me preparaba para recibir su darshan o bendición.
Al terminar la debida purificación, estábamos preparados para poder entrar al sanctum, una sensación de plenitud ya me inundaba en los últimos pasos antes de llegar frente al lingam. Una vez se está frente a él, su presencia incólume en su cámara iluminada cálidamente por lámparas de ghee, generó en mí una profunda reverencia de respeto ante la consciencia manifiesta del Padre. Fue la culminación de un encuentro esperado y la entrega de un regalo indisoluble para mi alma.
Nuestro viaje continuó hacia Kanjakumari, un templo muy importante consagrado a la conciencia Madre. Kumari significa Diosa adolescente, y de acuerdo con la tradición, fue ella quien, por ser virgen, pudo matar al demonio Banasura. La sensación dentro del templo refleja exactamente esa frecuencia, una pureza en sus primeros retazos de madurez, dulzura y compasión, todo ello cósmicamente decantado en ese templo dispuesto para que, podamos captar y tomar de allí lo que necesitamos para alcanzar nuestra propia pureza, y derribar los demonios que nos impiden el encuentro con nuestro Ser.
Finalmente, en nuestra última noche en el Sur, en Madurai, nos esperaba un cierre inesperado en el templo de Meenakshi. De noche, en las últimas horas antes de que cerrara el templo, nos fue negada la entrada al Sanctum por ser extranjeros. Decepcionados ante el trato como turistas merodeadores, un guía del templo reconoció en Shakti Ma su grandeza espiritual, con su ayuda pudimos entrar al espacio principal de Sundareshwarar, un aspecto del señor Shiva, consorte de Meenakshi.
En la profundidad de la noche, con el cielo despejado, el templo casi vacío dispuesto para nosotros, pudimos meditar un tiempo largo en su silencio acogedor e introspectivo. Mientras tanto la Madre Shakti pudo ir a recibir el darshan del aspecto Madre principal del templo, de Meenakshi.
Antes de salir hicimos una postración en dirección hacia el río Ganges, y a la vez un padre colocaba en el suelo a su hijo desnudo recién nacido, en el mismo lugar y la misma dirección en que hacíamos nuestra reverencia de despedida. Me vi en ese recién nacido, como un bebe entregado desnudo frente a la Madre Divina, totalmente abierto y reconociendo mi fragilidad y necesidad de ser alimentado con su Amor para seguir adelante.
Así cerramos nuestro periplo por el sur, llenos de bendiciones y mucha fuerza. Dejé una parte de mi allí, y me llevé conmigo una parte del sur, establecí un vínculo que, con un solo recuerdo me transporto hasta allí, y revivo lleno de amor y plenitud todo lo vivido, todo para seguir el rastro que me llevará al encuentro definitivo con mi Ser.
Belleza!! ONS!
Gracias por este compartir!
ONS!!!!
Me llevará al encuentro con mi Ser
Que así sea!!!
Muchas gracias por compartir esta bendita experiencia.
Gracias por compartir, sin palabras me quede. Om Namaha Shivaya.