Ígor Stravinski, compositor y director de orquesta ruso, nació el 17 de junio de 1882 en Oranienbaum, de padre cantante de ópera creció en un ambiente cultural lleno música, teatro y literatura. Mientras estudiaba derecho, compuso sus primeras piezas que mostró a Rimski-Korsakov, padre de un compañero de estudios, quien lo tomó como discípulo y promovió sus obras.
Su “Scherzo fantástico” (1909) impresionó a Diághilev que lo contrató para algunas orquestaciones y luego para los ballets que significaron su reconocimiento internacional: “El pájaro de fuego” (1910), “Petrushka” (1911) y el célebre “Consagración de la primavera” (1913), consideradas las obras notables del compositor.
Su producción global se categoriza en: el “período ruso” (París) que se inicia con los tres ballets y le son característicos el folclor ruso, la influencia de Korsakov, los ritmos enfáticos, complejos y las armonías politonales. Esta etapa cierra con “Historia de un soldado” (1918).
El “período neoclásico” (París-Los Ángeles), cuando retoma el orden, la claridad, el balance y, en oposición al romanticismo tardío preeminente, la emocionalidad es contenida. Surge la influencia de Pergolesi integrada al ritmo sincopado y tonos adicionales inconfundibles de Stravinski. De aquí son sus colaboraciones con Picasso (“Pulcinella”, 1920) y Cocteau (“Edipo Rey”, 1927), “Las bodas” (1923) para voces, cuatro pianos y percusión, “Sinfonía de los salmos” (1930), “Misa” (1948) y “Cantata” (1952).
En el “período de la serie” (Los Ángeles-Nueva York) adopta el sistema dodecafónico de Schoemberg, animado por su amigo y asistente Robert Craft, sin abandonar su propio estilo y destacan “Canticum Sacrum” (1955), el ballet “Agon” (1957) y “Requiem Canticles” (1966), interpretada en su funeral.
Considerado uno de los músicos más importantes y trascendentales del siglo XX, falleció el 6 de abril de 1971 en Nueva York.