Por Andrés Pérez | SKY Ecuador
Esta etapa de confinamiento obligatoria, ha provocado que se busquen opciones para hacer más digerible el encierro, ya sin la necesidad de dedicar todo el tiempo en la obtención de recursos para vivir, en algunos casos, otros no. Hay tiempo para dedicarlo a distraerse en cualquier cosa, y que mejor que hacerlo estimulando los sentidos con imágenes, sonidos y las sensaciones que las producciones audiovisuales pueden otorgar. Así el servicio de streaming más popular del planeta, Netflix, ha logrado tener en este primer trimestre del año el doble del crecimiento que se esperaba, con mucha más gente consumiendo su programación. En dólares supongo que serán cientos de millones, los cuales son pagados alegremente. No me lo había preguntado hasta hoy, ¿a quién le estoy pagando mi suscripción?
Según datos abiertos los dueños de esta plataforma son; Capital Group Companies, BlackRock, The Vanguard Group, Morgan Stanley y Reed Hastings. Igualmente, Capital Group Companies, y The Vanguard Group dos de las tres gestoras de fondos de pensiones más grandes del mundo, BlackRock, y Morgan Stanley, empresas relacionadas con inversiones, todas estas con capitales y activos valorados en miles de millones de dólares.
Reed Hastings es cofundador, presidente y director ejecutivo de Netflix y, además, forma parte de la junta de Facebook. Su fortuna asciende a los 2.1 mil millones de dólares. El poder de “distracción” que Netflix ofrece está patrocinado por los grandes grupos de poder del planeta. ¿Coincidencia? Para nada. La inversión que se ha hecho sobre la empresa no es comparable con la cantidad de millones de dólares que recibe. Bueno, al menos tenemos con que distraernos ¿o no?

Pensar en ¿qué? podemos obtener de Netflix ha sido una interrogante que me genero cada vez que lo abro, y lo que primero te ofrece es sexo, violencia y estilos de vida, obvio no los reales, porque, o no son llamativos o no se pueden mostrar en pantalla.
La búsqueda de producciones que puedan generar una crítica en estos días es prácticamente imposible. Resulta que películas como: 1984, V de Vendetta, Mad Max y hasta El Demoledor de Silvester Stallone, no se encuentran en su menú. El hecho de pensar en un futuro en el que se ejerza control de la humanidad no está presente, o por lo menos no estos títulos ya clásicos que han generado controversia desde que aparecieron.
De la misma forma, pensar en buscar una película de Stanley Kubrick es algo inútil. Utilizando un término adjudicados a los romanos “pan y circo”, aquí solo se encuentra el circo, pero, así como lo fue en la antigua Roma, ni el pan, ni el circo se los podía escoger a gusto propio. Siempre fue lo que hay y lo que hay solo distrae y es orientado para que no se pueda salir de un bucle de consumo.
Resignado al no encontrar algo que resuene con uno, hacer una búsqueda de algo parecido, algún título interesante se puede encontrar, con eso ha pasado ya varios minutos. Si lo que se encontró es del gusto propio, ha sido un buen día, si no, es una decepción. Solo queda esperar a mañana a ver si se le atina a una buena. Eso es la dinámica normal en Netflix. Ahora ya no son solo minutos, han pasado a ser varias horas.
Entonces, ¿qué ofrece a cambio de tu dinero y tiempo? Contenidos que te envuelven en bucle interminable de sin sentidos, cimentados en sus producciones originales. Hace que todo el tiempo que puedas entregarle no lo utilices en otra cosa, haciéndote más presente en la virtualidad, en un espacio donde ser rebelde no es posible, donde la crítica está controlada a lo que decidieron que es lo que podemos ver, y en esta virtualidad ser uno de los personajes de la novela 1984 de George Orwell.
En este tiempo es justo tener presente lo poco de contenido lumínico que puede existir en la virtualidad. Solo hay una “Rebelión Posible”, y recurrir a las revelaciones ya entregadas proporciona más conocimiento para sostener la rebelión.
Hoy es un buen día para volver a escuchar con detenimiento las conferencias del Swami Shivananda sobre la “Rebelión de la Información”.