“La luz de la verdad es siempre un rayo o un relámpago.”
Benedetto Croce.
Definamos, en principio, la diferencia entre rayo, relámpago y trueno. El primero es la descarga eléctrica producida por la diferencia de las polaridades entre las nubes y la tierra, y entre las nubes entre sí. Los cumulonimbos, esas nubes altas, densas y oscuras, que cuando se ven en el horizonte se reconoce la tormenta, están cargadas positiva y negativamente. Convertidas en colosales baterías, descargan su furia ionizada al sentir la atracción del polo opuesto de su par o de la tierra. Como un Flash, el rayo emite un relámpago. Aquel fogonazo que ilumina la oscuridad celeste. Por su parte, el trueno es el efecto sonoro producido por el choque de las cargas eléctricas positivas y negativas. Viaja supersónicamente hasta nosotros con un letargo que devela la distancia de la tormenta.
Todo este dinamismo atmosférico vive fractal y microcósmicamente en nuestro campo electromagnético, capaz de producir sus propios rayos y relámpagos. Nuestros canales principales y vórtices energéticos, debidamente purificados, abiertos, fortalecidos y dispuestos, son una fábrica de luz. La columna vertebral se convierte en el cumulonimbo y desde el inmanifiesto se emite el rayo que impacta la corona y desciende por el canal central en forma de verdad absoluta; la conciencia del Padre Eterno.
Indra, Zeus y Thor. Tres deidades de tradiciones distintas, pero con un elemento en común: El Rayo. El poder que los coloca por encima de otros dioses, al ser capaces de anclar en ellos la energía descomunal del Rayo y la sabiduría de utilizarlo en casos extremos, donde se requiera establecer la Ley y el Orden cósmicos.
La Madre Kali, feroz forma capaz de concentrar en sí toda la carga eléctrica de su Señor y así destruir la oscuridad más absoluta. Su magnetismo atómico produce la fisión del átomo y libera energía nuclear pura y dura. Aniquilando la materia, reinicia la creación.
Dentro del budismo existe una vertiente conocida como Vajrayana, es la forma más tántrica de los senderos budistas. Vajra, se traduce como rayo o diamante. Por las características ya descritas del rayo y su representación en el campo electromagnético del practicante, no hace falta indagar más en ello. Sin embargo, es interesante que vajra también signifique diamante. El mineral más duro y resistente de nuestro planeta.
Tras soportar altas temperaturas por millones de años, desde la más burda molécula de carbono, se cristaliza perfectamente hasta convertirse en lo más traslúcido posible. Conductor, refractor y proyector de la luz solar. Capaz de cortar cualquier materia, siendo indestructible; Inmortal.
Dentro de la práctica del tantra búdico y yóguico, encontramos varios símbolos que hacen referencia al Rayo. Entre ellos el Dorje. Que es un pequeño cetro que sostienen en la mano derecha los practicantes del vajrayana. Este artefacto representa lo masculino, eléctrico y solar; la Conciencia. Con la mano izquierda hacen sonar la campana característica, conocida en occidente como tibetana. Es el llamado de la energía femenina, lunar y magnética; la Shakti. Así, actuando ambas polaridades y valiéndose de la energía de invocación que tiene el mantra; el practicante se convierte en un cumulonimbo capaz de producir el rayo que desintegrará su falsedad, el relámpago que iluminará su conciencia y escuchar el atronador OM del origen del manifiesto.
Sentado en Vajrasana, postura del rayo o del diamante, el yogui logra reclutar y concentrar sus sentidos (Pratyahara) y así lograr una concentración absoluta (Dharana). El cese de las fluctuaciones mentales conduce a la Paz interior y al alcance de estados meditativos cada vez más profundos. La calma que procede a la tormenta mental y que antecede al Rayo.
Fuentes consultadas:
https://www.ecologiaverde.com/diferencia-entre-rayo-y-relampago-2583.html
https://www.budismo.com/articulos/vajra.php
https://www.siddhiyoga.com/es/yoga/poses/vajrasana-thunder-bolt-pose