Daniela Baracani | SKY Italia
Cada cambio social, es reflejado en un cambio cultural, y viceversa. Así que la sucesión de eras y dinastías, el crepúsculo de las monarquías, el desarrollo de democracias, la invención de nuevas tecnologías, y cada paso que se da en la historia de la humanidad está inherentemente amarrado, con un hilo de causa y efecto, con el arte.
Nos encontramos hoy en el amanecer de una nueva época en la historia del arte. En un momento singular, donde el distanciamiento social precipitó la popularización de museos online [1], conciertos virtuales [2], y el crecimiento del arte digital [3]. El movimiento hacia una presencia artística en el web no es una novedad, como puede testimoniar Google Arte y Cultura, plataforma estrenada en el 2011, donde el público puede ver imágenes y videos de obras de arte pertenecientes a varios museos en el mundo. Sin embargo, el traslado al mundo de las redes y al web, como únicos recursos de conexión, llevó la digitalización del arte a una magnitud sin precedentes.
Estudiantes y apasionados de arte agradecen estas novedosas oportunidades, mientras la persona común redescubre el deleite que ofrece la visita a un prestigioso museo, desde la comodidad de su propia casa. La facilitación del tener un museo en tu propia mano, otorgó la oportunidad de admirar obras que se encuentran en lugares frecuentemente económicamente incómodos de alcanzar, de hecho, el director de la National Portrait Gallery, en Londres, Nicholas Cullinan, comentó en una entrevista para el Art Newspaper que 42% de las visitas al portal “tienen origen fuera del Reino Unido. Son personas que poco probablemente visitarían, pero son capaces de ser partícipes del contenido que compartimos”.
Paralelamente el arte digital se vio receptor de renovado interés. Proyectos y plataformas culturales como Espacio Byte, museo virtual de arte digital fundado por Enrique Salmoiraghi en el 2011, adquirieron nuevo impulso e interés por parte de artistas y amantes del arte.

En síntesis, el lockdown, determinó, en el ámbito del arte, un acercamiento entre obra y público y, en las redes, entre el artista y el público. Y, si de un lado, este acercamiento dio lugar a todas las ventajas mencionadas anteriormente, del otro fue fuente de diversas preocupaciones.
El crítico de arte Ben Davis, comenta en el artículo “Will Virtual Reality Destroy Visual Art?” (¿La Realidad Virtual Destruirá El Arte Visual?) [4], que “la fruslería de la realidad virtual socava el asombro de la real realidad del arte, solo un poco. Eres profundamente consciente que estás en una simulación mágica que puede expandir la realidad en cualquier forma, lo que significa que […] la emoción se siente sutilmente atenuada”.
Entretanto, Douglas Coupland, autor y artista, en el artículo “What if there’s No Next Big Thing?” (“¿Y si no hay La Próxima Gran Cosa?”) [5], reflexiona sobre la evolución o el estancamiento del arte si fuera la tecnología quien la determina.
En conclusión, estamos frente a una situación nueva y desconocida. El artista digital, Chris Labrooy, conocido por sus trabajos para Apple, Nike, Porche– apuntaba que cualquier cosa se podía esperar del arte digital en el fututo. Esperemos.
Fuentes consultadas
4 https://news.artnet.com/exhibitions/will-virtual-reality-destroy-real-art-584384
5 https://www.e-flux.com/journal/74/59778/what-if-there-s-no-next-big-thing/
Felicitaciones por esta nueva entrega. Siempre con temas actuales, muy bien enfocados. El libro Un Resplandor Eterno, está hermoso. El audiolibro me parece genial, me deleito escuchando cada capítulo varias veces.
Excelentes artículos y articulista, muy buena edición.
Excelentes artículos y articulista , muy buena edición.