En principio, Gustavo Vega Delgado (Cuenca, 1949) está exultante de conocimiento. Estudiar, prepararse, desarrollarse en sus dominios. Es lo que ha hecho desde que asumió la intelectualidad como un modo de vida, y así mismo, como una formación ética. Y ha hecho que el pensamiento nutra varios frentes -desde su doctorado en medicina hasta presidente del Consejo Nacional Electoral- con un énfasis académico, y una devoción por el saber, como si formara parte de aquel humanismo renacentista del siglo XV.
Y no parece agotado, además, luego de haberse licenciado también en Filosofía, con cuatro maestrías en investigación, en parcelas como psiquiatría, música, antropología e historia, que logró, respectivamente, en la Universidad McGill, de Montreal, Harvard, en Boston, Universidad de Maryland y en la PUCE-UDA. Y como amante del saber, continuó el recorrido universitario y se graduó como PhD en Historia de Latinoamérica por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Ha sido muchas cosas, -embajador en México y Brasil- con cargos y reconocimientos amparados en su incansable estudio por la medicina, antropología, psiquiatría, política, pedagogía, filosofía. Renovado, siempre renovado, fue Evaluador externo del NUFFIC (Sistema Universitario para la Cooperación Internacional de los Países Bajos para la Educación Superior (2002), y en el 2009, fue el vocero oficial de América Latina y El Caribe para la II Conferencia Mundial de la Educación Superior en la UNESCO, París.
Si para Paul Valery el futuro es construcción, el blindaje cultural no lo es menos para Vega Delgado, quien, como buen hijo de las impregnaciones de la otrora, Atenas del Ecuador, ha publicado 27 libros; “Historia, cultura y pandemias”, “Locura, suicidio, conductas desviadas y personajes extravagantes”, ¿Cómo investigar locos y locura a la luz de la historia? se pregunta en su tesis doctoral en historia; y fue vicerrector y rector de la Universidad de Cuenca (1990-2000). En la actualidad es el máximo representante de la Universidad Internacional del Ecuador, UIDE, con sede en Quito.
1.- Lo que más te gusta de la vida y lo que menos.
Lo que más me gusta de la vida, es la conciencia que adquiere la biología junto con el espíritu en mi persona, y lo que menos me gusta, es cuando esa biología, que somos presos de la misma que conforma el cuerpo, se separa de la espiritualidad que también uno lo posee, y no siempre van de la mano, y eso supone una ruptura, una escisión, una separación dentro de mí mismo.
2.- Sientes estar en el planeta apropiado, en pertenencia, como habitante.
Yo pienso que somos todos marcianos, no hemos escogido estar en un planeta que se llame Tierra, sin embargo, disfrutamos de la Tierra como un Demiurgo, como un Apu andino, esa Tierra, ese planeta, pasa a ser carne de nuestra pertenencia
3.- ¿De nacer de nuevo te gustaría volver aquí?
Yo creo en la metempsicosis, creo en la transmigración de las almas, creo que el alma no muere, sino que es errante después de ocupar cuerpos como piensa la filosofía hindú, el hinduismo, como piensa Platón y otros pensadores occidentales como Carl Gustav Jung. En torno a esta idea, pienso que siempre estoy volviendo sobre mis pasos, el alma migra y retorna, creo que en efecto siento que volveré después de la muerte a recoger mis pasos, como dicen nuestras creencias populares vernáculas y andinas.
4.- ¿Crees haber escogido a tus padres, tus hermanos?
En efecto en mi caso, pienso que la relación extraordinariamente noble con mis dos padres, hace pensar que no me escogieron ellos para tenerme, sino que, de ida y vuelta, yo tuve la reciprocidad de escogerlos para ser mis padres. Es una convicción vivida, por la historia acumulada de nuestra vida común, para pensar que la química que ha existido siempre con ellos, precisamente determina que uno tiene la capacidad no solamente ser sujeto pasivo de los padres, sino que uno puede ser sujeto activo respecto de ellos.
5.- ¿Qué preservas de tu niño interno, asimismo, crees no haber madurado en algo?
Conservo de la niñez quizás dos principales cualidades en la edad adulta, 71 años, el humor y la capacidad de jugar, el juego, lo lúdico y la capacidad de reír, dos herencias de la niñez. ¿Y que en qué no he madurado? Pues yo creo en no poder soportar fácilmente las frustraciones, un niño escasamente puede sublimar las frustraciones, y creo que, en mi caso, que algo de esa herencia infantil persiste conmigo.
6.- Entre la ocurrencia de un niño y la experiencia de un anciano, ¿qué te sensibiliza más?
Siempre admiro la sabiduría del anciano, pero me asombran las perspicacias de un niño.
7.- ¿Tienes alguna idea de dónde vienes y para dónde vas?
Vengo y voy de una evolución total, citando a Ernesto Cardenal, creo con él “que somos polvo de estrellas y a ellas retornamos”, poesía dicha en cántico cósmico.
8.- ¿Crees eso de que hay que lograr la mejor versión de uno mismo?
No creo en la necesidad de que uno deba dar lo mejor de uno mismo, creo yo que los triunfos y los fracasos son impostores, es la vida diaria la que hace con las luces y las sombras, con los aciertos y desaciertos. El ser humano es una combinación de dios y de satán a la vez, y por cierto que ambos personajes míticos, que están en la imaginación y en la mente, ambos personajes tienen cualidades y errores, vaya que hay que hablar, de las tremendas condiciones erradas de los conceptos de los dioses, y vaya que también haya que descubrir las cualidades demoníacas.
9.- ¿Has tenido alguna experiencia que podrías sentir como esotérica, mística o extrasensorial?
Experiencias extrasensoriales muy pocas, pero las he tenido, una con la influencia del ácido lisérgico, la dietilamida del ácido lisérgico, LSD, que posibilita ver colores, pero también ver olores, que permite escuchar colores, o escuchar el gusto, se combinan los sentidos, y yo diría que experiencias cuasi extrasensoriales las tengo cuando en la naturaleza estoy cerca de los nevados, de las lagunas, de las “Leoquinas cañaris”, de las montañas que son nuestro ancestro. Siento si bien, con forma diferenciada de lo que significa el goce estético, siento una transformación radical que yo lo calificaría como extrasensorial.
10.- ¿Algún sueño recurrente?
Quizás hay recurrencias en mis sueños en torno a los siguientes leitmotivs, el sueño del vuelo de las aves, el sueño del mar y las profundidades del océano, que se repiten con frecuencia, y otras que tienen los agridulces de los extremos, soñar que se sube una montaña, y que como Sísifo también se obliga uno a verse obligado a descender, como subir al gran Cañón del Colorado, a la cúspide de esas rocas de tantos millones de años, las más antiguas del planeta Tierra y sentir que descendemos también al fondo del río Colorado, en el cauce final. Estuve hace poco allí y sentí precisamente esa idea recurrente que en los sueños vuelven.
11.- ¿Guardas tormentos?
Sí, en efecto, pero no son tormentos en los cuales yo soy la víctima, son tormentos en donde yo mismo me los inflijo, una especie de no deseado masoquismo, no es un tormento sádico, de fuera adentro, es un perverso sentimiento de autocrítica frente a los errores cometidos.
12.- ¿Hay alguna oración, frase, mantra en tu acervo de fe interna?
En efecto, si tengo un mantra, y sigo la vieja filosofía oriental, Umm, U m m prolongando, como cuando se pinta en la filosofía oriental un león con la boca abierta pronuciando la U, y otro león con la boca cerrada pronunciando la m, la m que arrastra la meditación, que induce a la reflexión universal.
13.- ¿Espiritualidad o religiosidad, o ni la una ni la otra?
Siguiendo a Galeano, sí hago mía la frase que “la religión se ha divorciado de la espiritualidad, así como la estética se ha divorciado de la belleza”, así también como la verdad se ha divorciado del conocimiento, lo ideal es evidentemente que la religiosidad sirva a la espiritualidad, no siempre lamentablemente es así por eso hemos tenido tantas guerras religiosas en la historia, y en los últimos años con más fuerza todavía.
14.- ¿Algún rito personal?
En la vorágine del trabajo diario, uno pierde los ritos que son profundos herméticos, sin embargo, tengo uno muy recurrente, apenas me levanto en la mañana intento atisbar en el horizonte, la cabeza canosa milenaria del volcán Cayambe, el tercero más alto del Ecuador, después del Chimborazo y del Cotopaxi, y que le tengo frente a mi casa en Tumbaco, cuando no lo veo entristezco, pero puedo adivinar que está tímido, que está hermético, que está introvertido, porque a veces la neblina o la nube baja o alta, no me permite atisbarlo, pero es una rutina, yo diría diariamente y convido a la familia y mis amigos que me visitan, para que disfruten de ese rito, simplemente extraordinario.
15.- ¿Amas amándote o por amarte es que amas?
Se necesita mucha filosofía para amar amándome, ese narcisismo necesita tener una traducción bastante más esotérica para que sea válida, y tampoco creo que es propio de un amor maduro, que uno se sienta amado en forma pasiva, siempre es un camino de ida y vuelta el amor ideal, penosamente este mundo es desigual y lamentablemente al revés o se ama o se es amado. Con esa disyuntiva a veces la felicidad se escapa como el agua entre los dedos
16.- ¿Cómo te muestras o demuestras amor?
Las muestras del amor, yo diría que las más importante es el servicio, citaré a dos autores, a Rabindrantah Tagore, el premio Nobel de la India, cuando menciona: “Dormí y soñé que el mundo era felicidad, me desperté y descubrí que el mundo es servicio, serví y me percaté de que servir es la felicidad”, es un juego entre la felicidad y el amor ciertamente, pero pienso yo que uno más potente y más antiguo, es el de Pablo de Tarso cuando describe el amor de una manera muy profunda, y siguiendo en ese campo podríamos descubrir otros pensamientos que son propios de los profundos sentires de la teología: “El amor ni cansa ni se cansa”, y luego tiene una letanía larga que los amantes siempre deben no sólo leer sino estudiar.
17.- ¿Te ronda alguna tensión perfeccionista?
Sí, los seres humanos tendemos al perfeccionismo, si hemos sido trabajadores compulsivos, pero esa siempre es una falsificación del camino correcto, hay que buscar la perfectibilidad que es un camino que conduce a la perfección, no siempre en esta vida, sino en las prolongadas nuevas vidas que el alma tenga. El perfeccionismo es en cambio el asalto de la perfectibilidad, a buscar en el límite de un tiempo corto, la perfección suma, imposible.
18.- ¿Te dice algo la palabra Dios?
Desde hace tal vez tres décadas, me inicié como un aprendiz del panteísmo, me impresionaron Baruch de Espinosa y Albert Einstein, particularmente, también leyendo a Newton, y seguí sus caminos, y me consolidó esta profesión de fe por el panteísmo, redescubriendo en mi interior nuestra herencia precolombina, los saberes ancestrales de las Américas son panteístas, las expresiones de la Pachamama, del concepto profundo de Viracocha, el concepto profundo de las filosofías y teologías de todos los indios de las Américas son panteístas, y eso me radicalizó.
Por tanto, mi concepto de Dios tiene que ver con el Universo, no creo en un dios misericordioso, tampoco en un dios castigante, somos los seres humanos que nos castigamos o nos premiamos, el Dios que yo creo es algo mucho más radical que lo que puede pensar una oración fetichista de cualquier religión invocando a cualquiera de los dioses de las religiones politeístas o monoteístas.
19.- ¿A qué te suena el karma?
El karma es a mi modo muy personal de entender, los errores humanos que uno produce en esta vida, pero que si es cierto, así como hay una genética que se prolonga en los hijos y nietos, también pueden haber errores, que no descubre la ciencia todavía, que padres, abuelos y bisabuelos, genéticamente han desencadenado en su descendencia, creo yo que por eso hay tendencias a la depresión, por ejemplo, de largas familias desde tiempo atrás hasta las venideras, hay familias que tienen tendencia a la locura, otras que tienen tendencia a la manía, porque ése es un karma que se trasmite no solamente por el aprendizaje, sino por la genética, y a lo mejor la ciencia lo dirá, la creencia en que el karma viene de otras vidas, a través de almas que recorren otros cuerpos, no es difícil entenderlo, porque hay cosas que la ciencia no explica, y sin embargo, tenemos una carga dentro de nosotros, sin duda, una carga negativa, una especie de purga que tenemos que cumplir, para expiar una pena propia o ajena.
20.- ¿De qué manera celebras tus logros?
Procuro hacerlo en silencio y con una copa de vino, prefiero la soledad en los logros, y no el festejo yo diría vanidoso y estridente, no siempre es posible, porque a uno le festejan los logros y debe uno aceptar con cierta docilidad. Pero, si de uno parte, es de iniciativa personal, prefiero como dice el poeta Suárez Vintimilla: “Que sólo el silencio sabe del ronco anhelo de las cosas”.
21.- ¿Sientes libertad en ti?
Yo creo que somos seres híbridos, somos seres libres y esclavos, tampoco como piensa Platón en el mito de la Caverna, en donde la vida nos encadena al fondo de la caverna, que solo nos libera con la muerte, tampoco como piensa Jean Paul Sartre, que la libertad humana es el bien supremo, tanto es así que si no hubiera libertad, ¿existiría Dios?, dice él, siguiendo una suerte de silogismo, es así que el hombre es libre, luego Dios no existe. Yo no creo en esos dos extremos, pienso que tenemos una libertad relativa, y en la medida en la cual logremos un mayor rango, paulatino en base de formación, estudio, capacidad de servicio, voluntad de hacer el bien, vamos siendo cada vez más libres, mientras más egoístas somos, más ignorantes somos, más petulantes somos, somos más esclavos.
22.- ¿Crees que el ocio salva o condena?
Definitivamente el ocio salva, la ociosidad condena, el ocio laudable en el viejo sentido griego, el ocio creativo, el ocio que produce, el ocio que escribe, que hace arte, que hace ciencia, que hace servicio, que, como un médico en la pandemia, puede inclusive morir para atender a un paciente, ése no es un ocio remunerado, es un ocio gratuito.
El ocio es salvífico, la ociosidad es destructiva, así como también el trabajo desmesurado, puede ser una forma que reviente la capacidad creativa, porque el que trabaja compulsivamente, tiene el riesgo de perder el norte de lo que está haciendo, y sobre todo para qué está haciendo. El ocio es una de las salvaciones del mundo atosigante que vivimos a propulsión a chorro.
23.- ¿La ignorancia se cura?
Salta a la vista que hay dos sentidos en la frase, la ignorancia se cura viajando y leyendo, pero hay otra ignorancia que es una ignorancia hermética, que es la sensación convincente de que somos un átomo en el Universo, y de que por más que aprendamos y aprendamos, seguiremos siendo ignorantes, podremos dominar escasamente una disciplina, pero en las mil disciplinas restantes, seremos apenas aprendices, y en ese sentido la ignorancia no se cura jamás y la convicción de ser ignorante, en el sentido de modestia, humildad y realismo, eso es en definitiva la punta final de evolución del ser humano, convencerse que la ignorancia completa no se cura.
24.- ¿Felicidad, qué es eso?
Hay una obra clásica de Bertrand Russel, el escritor británico, que es un activista de los derechos humanos, Premio Nobel autor de la Lógica matemática, él tiene una obra La conquista de la felicidad, y pues señala unas siete razones que evitan la felicidad y unas siete razones que posibilitan la felicidad. En mi caso personal, asocio la alegría con la felicidad, después de haber leído a Schiller, y escuchar tantas veces extasiado la Novena Sinfonía de Beethoven, en el último movimiento, en donde festeja la alegría de ser hermanos, cuando compara al Eliseo, Schiller y lo recrea en música Beethoven, cuando compara al Eliseo con la alegría, freude, joy, pues las lenguas son muy cálidas en la fonética cuando describen lo que es la alegría.
Pienso yo que la felicidad como tal, es una búsqueda no es un estado, estar en el camino de lograr la felicidad, pero en la medida en la cual esa felicidad sea para hacerlo dando servicio a los demás. Ciertamente que puede haber una felicidad introspectiva, una felicidad como en la meditación oriental, en donde uno logra terrenos místicos, y por tanto felices con la meditación, pero eso también supone también un tránsito de una vida terrenal a una superior y mental, que hace también posible un camino a la felicidad.
25.- ¿Has avistado algún líder, personaje, mentor que te atraiga por ahí?
Uno tiene siempre varios héroes y varios villanos, tiene en la lista mártires y tiene luminosos guías, gurús que guían el pensamiento, hay tantos y tantos, yo no podría, por ejemplo, pensar qué sería mi vida sin haber no nacido Dostoievski, Shakespeare o Cervantes. Pero en cuanto a la vida espiritual, a mí me atraen particularmente Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, y el Dalai Lama, Líder del Tíbet, que vive en el exilio en sus siguientes generaciones, que además hay una reencarnación profunda de los siguientes Budas en él, este migrante de los Himalayas que nos atrae tanto cuando seguimos sus enseñanzas.
26.- ¿Eres más paz o de más guerra interna?
Hay de mí de paz y de guerra, creemos los seres humanos, que la frase bíblica, “no he venido a traerles la paz sino la guerra”, es un motor suficiente para que tengamos distintas lecturas de la guerra, la paz de los sepulcros no es correcta, la paz del silencio y de la omisión tampoco, “la paz es el respeto al derecho ajeno”, siguiendo al benemérito de las Américas, Benito Juárez. Y los seres humanos tenemos hormonas, tenemos sustancias químicas, catecolaminas, que además con facciones de expresión del cerebro, el rinencéfalo, el sistema límbico, la amígdala cerebral, hace de nosotros también gente aguerrida, gente brava, gente que puede ser potencialmente delincuente o asesina, todo está en canalizar la biología para el bien, y hacer que la guerra interna, que supone actividad, servicio, que supone hacer las cosas y construir el mundo, permita que esa guerra se traduzca en expresiones de paz, sin duda que hay que hacer nuevas lecturas de la paz y de la guerra, y los seres humanos tenemos dentro de nosotros ambas cualidades y ambos vicios.