Pronto se cumplirán 146 años del nacimiento de Carl Jung, el famoso psiquiatra suizo que tendió puentes entre las tradiciones espirituales de oriente y la psicología moderna. Sin saberlo, daría origen a una de las visiones más integrales para la comprensión de la psique humana desde los abordajes occidentales y el desarrollo de la psicología transpersonal. Puentes que conectan así los hemisferios del mundo, resultan tan valiosos como escasos en términos de lo que podría ser una verdadera integración de la mente planetaria.
Ejemplos los hay: desde el afortunado encuentro entre Philip Glass y Ravi Shankar, hasta la sublime conciencia del maestro Yogananda cruzando el océano para llegar a América. Ejemplos todos, a su manera y en su fractalidad respectiva, del alcance posible de la conciencia de Unidad, expresada en lenguajes y conceptos tan diversos como la música y tan amplios como aquel de la conciencia del Atman en la tradición védica, equiparado este último, con el Sí Mismo (o el Self) en la psicología de Jung.
El último sueño que Jung reportó en su autobiografía, habla sobre una gran piedra redonda que tenía grabadas las palabras: «Y esto será señal de plenitud y unidad», refiriendo probablemente al summum de su psicología de los arquetipos: el Sí Mismo. Para Ananda Devi (L. Bastien), el Sí Mismo de Jung no es más que el producto del tiempo, una entidad que evoluciona progresivamente y que no podría ser confundido con el “Ser Original”, permanente, inmutable y eterno.
Lo expresa de la siguiente forma: “Conocer al Ser, no en el nivel de la proyección, sino al nivel de su realidad trascendente, es una experiencia que resulta a la vez reveladora y liberadora y ha sido alcanzada por los sabios y videntes de la milenaria India. Una vez que conocemos al Ser, podemos regresar y trabajar al nivel de la imagen para modelarla, esta vez con pleno conocimiento de lo que es el modelo. Jung nunca alcanzó esas alturas. A veces las anticipó, pero nunca las descubrió ni las investigó conscientemente”.
Habría que estar en la conciencia de Jung para saber si realmente fue así, tal como lo describe Ananda Devi, pero no sería esto necesario para valorar el hecho de que sus comprensiones contribuyeron enormemente a que un gran número de occidentales vislumbraran realidades trascendentes antes impensables siquiera.
En una emotiva entrevista a la musicoterapeuta Margaret Tilly, quien en 1956 tuvo la oportunidad de mostrarle a Jung cómo funcionaban sus técnicas de música y psicología, ella misma relata que después de varias horas de trabajo, durante las cuales este se mostró “muy interesado, simple e ingenuo”, finalmente estalló diciendo: «Esto abre campos de investigación totalmente nuevos, unos que nunca antes soñé. Gracias a lo que usted me mostró esta tarde, no solamente lo que dijo, sino lo que sentí y experimenté, creo que, de ahora en adelante, la música debería ser una parte esencial de todo análisis. (La Música) toca el material arquetípico profundo, aquél que podemos alcanzar solo unas pocas veces en nuestro trabajo de análisis con pacientes. Esto es verdaderamente extraordinario.»
A manera de despedida, los dejo con música evocativa de estas las sonoridades arquetípicas relacionadas con el Sí Mismo de Carl Jung: la imagen que no es el Ser, pero que invita a conectar. Los invito a que las escuchen, evocando las imágenes que cada una de estas sugiere:
- Richard Wagner: “Preludio al Acto I” – de la ópera “Lohengrin” (evocando al Santo Grial recibiendo a la Conciencia Divina).
- Modest Mussorgsky: “La Gran Puerta de Kiev” – de la Suite “Cuadros de una Exposición”. Si bien fue escrita originalmente para piano, se recomienda para este tema la versión orquestada por Maurice Ravel (evoca la victoria del Sí Mismo como gobernante indiscutible del reino interior”.
- Gustav Mahler: “La Canción de la Tierra” últimos 5 minutos (¡de 31!) de la Parte 6 (evoca el sentimiento de paz encontrado del hombre en esta tierra).
Referencias: P. Deva & L. Devi (2004). “The Illumined Mind of Ananda Devi”. Nataraj Books. Jung, C.G y Hull R.F.C (1987). Jung Speaking. Interviews and Encounters. Princeton University Press.
Querido Santiago:
Amén de la melódica forma en que hilas tus palabras de homenaje a Jung quiero destacar que tu despedida musical me ha llevado en un viaje de pura sensibilidad. Habiendo sido mi padre un gran amante de la múscia clásica, me reconozco ignorante pero no inmune a esa sonoridad.
Divino viaje! Agradecida!
Y, de paso, «caí» en la versión de la Berliner Philharmoniker de «La Gran Puerta de Kiev», y el logo de la orquesta es más que sincrónico.
Un abrazo! ONS!