Por Autores Universales | Upaninews
Presentamos a Sri Aurobindo con su ensayo sobre la entrega completa y dinámica a la Madre. Describe hermosamente las condiciones básicas para una verdadera fe y sinceridad, la fuerza irresistible de Gracia de la Madre y la alegría de ser su perfecto instrumento a través del trabajo desinteresado, superando las exigencias del ego. En sus convicciones el autor contempla la propia vida como si nos ha sido dada sólo para el trabajo divino y para ayudar a la manifestación divina.
Sri Aurobindo
Los cuatro Poderes de la Madre son sus cuatro definidas Personalidades, porciones y encarnaciones de su divinidad a través de las cuales ella actúa sobre sus criaturas, coordina y armoniza sus creaciones en los mundos y dirige la labor de sus miles de fuerzas. Porque la Madre es una, pero se presenta ante nosotros en sus diferentes aspectos; muchos son sus poderes y personalidades, muchas sus emanaciones y Vibhutis, que hacen su trabajo en el universo. El Uno que nosotros adoramos como la Madre es la divina Fuerza Consciente que domina toda existencia, una y aun así tan plural que le es imposible seguir su movimiento aun a la mente más rápida o a la inteligencia más vasta y libre.
La Madre es la consciencia y fuerza del Supremo y, hallándose muy por encima de todas las cosas, realiza ella su creación. Pero algo de su modo de actuar puede ser visto y sentido a través de sus personificaciones, tanto más aprehensible cuanto más definido y concreto es el temperamento y acción de las formas divinas en las que Ella consiente en manifestarse a sus criaturas. Hay tres modos de ser de la Madre de los cuales puedes tornarte consciente a medida que estableces la unidad con la Fuerza Consciente que nos sostiene y sostiene al universo. Trascendente, la original Shakti suprema permanece sobre los mundos y vincula la creación al por siempre inmanifiesto misterio del Supremo.
Universal, la cósmica Mahashakti crea todos los seres y contiene y penetra, mantiene y conduce los millones de procesos y fuerzas. Individual, encarna el poder de estos dos vastos modos de su existencia, los hace vivientes y próximos a nosotros y media entre la humana personalidad y la Naturaleza divina. Shakti original, trascendente y una, la Madre permanece sobre los mundos portando en su eterna consciencia al Supremo Divino. Sola, ella cobija el absoluto Poder y la inefable Presencia; conteniendo o llamando a las Verdades que deben ser manifestadas, ella las extrae del Misterio en el que aquéllas se hallaban escondidas llevándolas a la luz de su infinita consciencia y dándoles una forma de fuerza, en su omnipotente poder e ilimitada vida, y un cuerpo en el universo.
El Supremo se halla manifiesto en ella por siempre como el eterno Sachchidananda, manifestado a través de ella en los mundos como la consciencia una y dual de Ishwara-Shakti y el principio dual de Purusha-Prakriti, encarnado por ella en los Mundos y los Planos y los Dioses y sus Energías, y tomando forma y figura a partir de ella como todo aquello que existe en los mundos conocidos. Todo es su juego con el Supremo; todo es su manifestación en los misterios del Eterno, los milagros del Infinito. Todo es ella, puesto que todo es parcela y porción de la Consciencia-Fuerza divina.
Nada puede haber aquí o en ninguna otra parte más que lo que ella decide y el Supremo sanciona; nada puede tomar forma excepto lo que ella, impulsada por el Supremo, percibe y determina después de haberlo transformado en semilla de su Ananda creadora. La Mahashakti, la Madre universal, desarrolla todo aquello que le es transmitido por su consciencia trascendente desde el Supremo e introduce en los mundos los frutos de sus obras; su presencia los llena y mantiene con el espíritu divino y la divina fuerza omnisostenedora y deleite sin los cuales ellos no podrían existir. Eso que nosotros llamamos Naturaleza o Prakriti es sólo su más externo aspecto realizador; ella comanda y organiza la armonía de sus fuerzas y procesos, impele las operaciones de la Naturaleza y actúa en ellas, secreta o manifiesta en todo lo que puede ser visto o experimentado o vitalizado. Cada uno de los mundos no es nada más que el juego de la Mahashakti de ese sistema de mundos o universo, que se halla en él como el Alma y la Personalidad cósmicas de la Madre transcendente.
Cada uno de ellos es algo que su visión ha determinado, que ha sido aceptado en su corazón de belleza y poder y creado en su Ananda. Pero hay muchos planos creados por ella, muchos niveles de la Divina Shakti. En la cumbre de su manifestación, de la cual nosotros somos una parte, hay mundos de existencia, consciencia, fuerza y gozo infinitos sobre los cuales la Madre se alza como Poder eterno y revelado. En ellos, todos los seres viven y pululan en una perfección inefable e inalterable unidad, porque ella los porta salvos por siempre en sus brazos. Más cerca de nosotros están los mundos de una perfecta creación supramental en la cual la Madre es la supramental Mahashakti, un Poder de divina Voluntad omnisciente y omnipotente Conocimiento, siempre perceptible en ellos su incansable labor y espontáneamente perfectos en todos y cada uno de sus procesos. En ellos, todo movimiento es el paso de la Verdad; en ellos, todos los seres son almas y poderes y cuerpos de Luz divina; en ellos, todas las experiencias son océanos y corrientes y olas de un intenso y absoluto Ananda.
Pero aquí, donde nosotros habitamos, están los mundos de la Ignorancia, mundos de mente y vida y cuerpo cuya consciencia está disociada de su origen; de ellos, esta tierra es un centro significativo y su evolución un proceso crucial. También ésta, con toda su obscuridad y lucha e imperfección, es sostenida por la Madre Universal; también ésta es impulsada y guiada hacia su secreto propósito por la Mahashakti. La Madre, en cuanto que Mahashakti de este triple mundo de Ignorancia, se alza en un plano intermedio entre la Luz supramental, la vida-Verdad, la Verdad-creación que debe ser establecida aquí abajo, y esa jerarquía de planos de consciencia en descenso y ascenso que, como una doble escalera, se funde en la nesciencia de la Materia para trepar de nuevo, a través de la vida floreciente y el alma y la mente, hasta la infinitud del Espíritu.
Determinando todo lo que debe existir en este universo y en la evolución terrestre a partir de lo que ella ve y siente y vierte desde sí misma, ella se alza por sobre los Dioses, y todos sus Poderes y Personalidades son exteriorizados para la acción, y envía sus emanaciones a los mundos inferiores para intervenir, gobernar, batallar y conquistar, para guiar y determinar sus ciclos, para dirigir las líneas totales e individuales de sus fuerzas. Estas Emanaciones son las muchas formas y personalidades divinas en las cuales los hombres han adorado a la Madre bajo diferentes nombres a lo largo de las edades. Pero ella, a través de estos Poderes y sus emanaciones, prepara y forma las mentes y cuerpos de sus Vibhutis tanto como las mentes y cuerpos de las Vibhutis del Ishwara, de modo que puedan manifestar en el mundo físico y bajo el disfraz de la consciencia humana algún rayo de su poder y cualidad y presencia. Todas las escenas del juego terrestre han sido determinadas y planeadas como un drama puesto en escena por ella con los Dioses cósmicos como sus asistentes y ella misma como velado actor.