Hoy celebramos el Jayanti de nuestra gurú. Sabemos que por mucho que hagamos, por mucho que nos esforcemos, por mucho que contribuyamos, será poco, y no porque seamos incapaces de reproducir en luz lo que significa experimentar el recorrido con Mataji Shaktiananda, sino que sus proporciones divinas, su elevadísima visión interna y de mundos, y el impacto luminoso de su enseñanza, nos supera en todas las direcciones. Y para llegarle a ella, a captar su inenarrable sabiduría, estamos obligado a ser humildes, y asumirnos en privilegio.
Desde el UpaniNews, hermosísima hechura editorial de la Madre, surgió la clásica dinámica de qué hacer este 26 de septiembre, para honrar el nacimiento de un ser humano de extraordinaria belleza interior, sin precipitar la emoción en un fiero y enfermizo estallido de fanatismo. Que la tarea, a manera de confabulación sagrada –valga el oxímoron- a espalda de ella, constituyera un humilde tributo desde esta instancia. Luego de varias propuestas, surgió la galería de imágenes, y la carga poética de sus apariciones, en todas sus lecturas, fundamenta por sí solo el propósito.
Estas 15 gráficas no son propiamente un compendio de los signos que la Madre representa, sino un intento de aproximarnos a su energía, tan vital, tan radiante, tan insuperable, que la divina misión la damos como una forma de dignificarnos en su presencia. La fotografía espiritual es también un mensaje, y nos atrevemos a denominarla así, en función a la fuerza y la energía que proyecta.
La imagen ilustra a la palabra y viceversa. En estas tomas, los signos son las expresiones, los gestos, el regocijo de la compañía, cuando la apreciamos al lado de uno de sus mentores, el Shankaracharya Swami Divyananda, o el semblante que emerge de entre las estrechas calles de Varanasi, en India, así como su mirada cósmica, que escruta verdades celestiales, o en las ceremonias de las distintas sedes, con el Swami Shivananda, y otras más, que modulan la naturaleza perfecta de los encuentros.
En esta modesta ofrenda, no podemos olvidar que también este 26 de septiembre se cumplen 127 años del Mahasamadhi, de Lahiri Mahasaya, que ocurrió en 1895, a los 66 años, y como las sincronías revelan episodios sagrados, 66 años después, en 1961, nace Erika Mercedes Tucker Farías, Mataji Shaktiananda.
Sea siempre la gloria, sea siempre el amor, sea siempre la luz.
¡Feliz Jayanti Mataji Shaktiananda!
1-La luz del preceptor

Se siguen rastros que nos conducen a nuestros tesoros ganados. Inquebrantables Seres Inmortales sosteniendo la creación con los poderes del Amor. Reconexión con voluntad expresa de la presencia Divina en ejercicio de la más pura verdad. No queda nada que buscar ni descubrir. Agradecer sí, todo. Todo aquello que se ha dado por encanto y ha permitido el encuentro cósmico convertido en propósito. Hacer coincidir lo que es la naturaleza humana en lo que Divino es. Trasladar el genoma a su condición en luz; burlando todo obstáculo. Reconocerse, reafirmarse; saberse luz y ser Luz. Sagrada petición del Alma. Libertad de consciencia. Logro único y real.
2- Sonoridad y voz

Aliento para la consciencia: bhakti y fe, Fuerza Única revelada en sonidos de Luz que establecen el nombre exacto de Dios. Vibración cósmica que habla todas las lenguas y cuya escucha mora en el corazón de todos los seres vivientes. Sentir y vivir todo con la intensidad que tiene. Un arrebatamiento por el eco invisible e intocable; cercano y al alcance de la memoria celular. Comprender el verbo Primordial. Experimentar con ÉL por ÉL, para Él. Resonancia de consciencia como fibra manifiesta de Aquello cuyos circuitos nos interconecta en energía. Conductos sonoros de evolución con lo cual acceder a la Fuente con magnetismo y devoción.
3-Fuego sagrado

Valientemente juntos en la más alta Luz Divina, su origen cósmico fulgura en el Infinito como joya que eleva la substancia del Alma. Y todo se llena de luz cuando las corrientes consciencia y acción se vuelven una sola flama en el centro de nuestro sistema pulsante. Es tan real y concreto; esta órbita única prevalece en nuestro mundo dual. La única carretera Divina en la que convergen tiempo y espacio multidimensional. La gran vía de liberar y llegar a la médula estimulando las más nobles cualidades de la mente sobre el cuerpo y del alma sobre la mente.
4-Mount Shasta

Genuina expresión de gozo eterno con la vitalidad del río Ganga y la pureza del loto. Las estrellas son sus ojos; los arboles sus cabellos; el canto de los pájaros son su voz. Con la alineación de su esencia cada átomo de creación respondió expandiéndose en espirales más y más amplios hasta el infinito. Con fuerza y autenticidad suprema hasta alcanzar la unión total con Él, un maravilloso resplandor se abrió para cruzar el puente. Discernimiento de un corazón sabio y amoroso. Solo el amor embelesa al Creador y lo creado. Desde las profundidades del mismo del Ser el misterio de la existencia quedó resuelto.
5- El templo y la mirada

Halo Divino mostrando el camino inconmensurable con sus maravillas y cualidades visibles e invisibles. Conjunción de energías victoriosas concentradas en el Ser espiritual. Lazo de unión suficiente. Declaraciones plenamente convenidas a la luz del estado de desarrollo de consciencia en estos tiempos. Filiación armoniosa con espíritu de engrandecer las enseñanzas primigenias, las metas e ideales más elevados. Abolido el sentimiento de necesidad la verdad brilla con la posibilidad supramental del Gozo Supremo o Dios. Revelación de la existencia histórica con transcendencia en la no materia. Reverencias a la valentía, la templanza, el carácter de la nueva casta cósmica. La felicidad en la verdadera santidad.
6.- La danza de ser

Desde la verdad más profunda del Ser, se mueven las almas. La alegría, va in crescendo a cada paso de la Danza Cósmica, la perfección del cuerpo nos deja ver la certeza del experimento Divino y la sutileza de lo etéreo. Escuchamos al Damaru que activa y resplandece las hélices dormidas del ADN, paso a paso en un vaivén sagrado de movimientos perfectos, vamos reconociendo, aplastando y dejando atrás todo aquello que en nosotros no resuene en Luz. Sucederá siempre, así será, porque la Danza cósmica no se detiene. Hoy bailamos en amor y fe, porque reconocemos junto al Ser, que el amor y la alegría serán eternas. Om Namaha Shivaya!
7.- Avanzar, transitar

Una mirada firme transita el camino, guía y acompaña solo a quienes se han atrevido a recorrer las sendas del Ser. Con paso certero, no uno, sino dos, en gracia caminan. Quien mira advierte, pero no se detiene, y quien ha caminado con profunda sabiduría (hoy desde otras instancias) sabe que quien guía, lo ha hecho siempre… Junto a ellos, seres llenos de certeza recorren el camino. Se han trabajado, han entendido, se han dispuesto y hoy simplemente han aprendido a Ser. Aún falta camino por recorrer para llegar al estadio máximo del Ser. Debemos seguir siempre para lograr con discernimiento la ausencia de oscuridad en nuestros corazones.
¡Juntos por siempre!
8.- La pureza del alma

Estalla la pureza en el alma y los colores van dibujando sonrisas que penetran la existencia. Brillantinas que adornan vestimentas que intuyen la felicidad de quien las porta. ¿Qué hay más honesto e inocente que la ilusión que invade al niño interno dándose al encuentro y festejando, sano, sin heridas ni temor? ¿Que podría ser más maravilloso, que estar al lado de quien ha sido capaz de reconocerse en luz y quien te extiende la mano para que vuelvas a descubrir la calidez de amar y amarse? El encuentro se ha dado, suave, delicado, apasionado y profundo. Su mirada nos encontró, la Luz nos tocó y la alegría nos arropo. ¡Celebremos!
9.- Eternos encuentros

El viento de la tarde recorre con sutileza las hendiduras de una sonrisa. Entre rizos frondosos que esponjan el alma, cuelgan un sin fin de historias vividas y caminos recorridos. En algún lugar del mundo, aguardan amores trascendidos que esperan y se sostienen en el tiempo solo para reencontrarse. El que espera comparte risueño el momento, y sirve de testigo. El encontrando solo se acerca para ser finalmente tocado, sostenido, amado, aunque sea solo un instante. Quieto, tranquilo, reposado, aferrado, respira, siente. Pasan los segundos y se impregna el momento, un instante, ese instante que alcanza para siempre. El sincronismo se dio, el encuentro se sostuvo.
¡Hay que seguir el camino!
10.- Así, así me siento

Cuando te veo, así, en silencio, sonriente, cierro los ojos e imagino que me dices: “Te veo, te veo el alma sin ropaje que oculte, sin ego que abrace, ni soberbia que muestre… te veo, te veo sin el dolor que arrastra y enferma, sin la tristeza que ahoga y desalienta, sin la rabia que consume y destruye… te veo, te veo a ti, solo a ti…” Así, así siento que me ves, así, así siento que me dices… Así siento que me esperas, desnudo, sin marcas que atormenten, fundido en amor profundo, en la alegría del Ser, en el propósito, sereno, tranquilo, dispuesto.
Así, así lo siento, así me siento, creyente de mí, gracias a ti…
11- Sabiduría sublime

Girar en torno a un punto, girar en torno a varios puntos. Girar. Ahí y más allá, está la consciencia Babaji, y el compromiso, la ratificación, el acto de fe, la maestría, la tradición, el verbo, la esfera. Todo contenido, es la obra, cultivada y cultivadora. El espacio, la unidad, el vacío, son los privilegios de la vida espiritual. Lo experimenta en todo su esplendor y extensión. Al nombre divino del que está investido. Amor, sí, el amor no se plantea preguntas, atraviesa y lo impregna todo. Pensamiento trascendido. No es reacomodo. Es sentencia. Elevación. Fiel al corazón íntimo.
12- Salvo el crespúsculo

Salvo el crepúsculo, la mirada se interna y ya no interesa su ubicación, su presencia, es ella cargada de días y noches, de rebeldías y ensoñaciones, de verdades eternas, y de infinitas majestades. Caminos recorridos, piedras halladas, y ese poder divino emancipado en las supremas aguas del Ganges. Memoria y vivencia interna, y contrario a la imagen de Matsuo Basho, “Este camino ya nadie lo recorre, salvo el crepúsculo”, la poética del ocaso, es luz también, alimento para el alma, sostén para indagar en la nada. Sí hay rutas que oscilan en la mente del sabio.
13- Ananda, eterna

Los pliegues de los pliegues. Nos aventaja el tiempo, hasta que lo tomamos por sorpresa y se lo ofrecemos al viento. El gozo, la contentura, nada se le parece al día ni la noche. Lúcida vigilia, doble epifanía, ella y su prodigiosa energía, nos afilamos a la luz, volvemos a estar y a sonreír. Arrebatado y fecundo es el rito, el tesoro oculto de la memoria, que se ensancha, y la creación, lo tangible e intangible me contienen. Derramar ventura es gracia divina, nos reconforta y nos hala, inhala y exhala, sin retóricas, dirijo mi respuesta en las sutilezas del movimiento.
14- Verbo y fuerza

La firmeza de la solemnidad, sencilla, inmaculada, devocional. La Madre es así: ¡Oh!, rotunda humildad que, en cada ceremonia, apenas con su mirada, invita al encuentro. Se engrandece la energía, no importa donde esté, lo bello incendiado de amor, y no es un perfume exótico, es el llamado, la presencia, el candor. Todos miramos, nos miramos y reverenciamos, sin espejos, sin reflejos. El acto sagrado consabido. Vórtice, fábrica de luz, no cualquier destello, sino la espesura de la luminosidad, la esfera, macrocosmos y microcosmos. El universo consciente. Representación pura.
15- El velo que se alza

Lo sagrado mirando a lo sagrado. Atrás, el soneto del colectivo, en frente, el Sri Yantra, y sus manifestaciones perfectas. Coda divina en efervescencia, plena y rebosante de energías. Consagrando las visitas de seres encaminados. Imaginación activa, frecuencias ensamblando el mensaje transformador. La velada cósmica que sucede en lo interno y en lo externo, guía esencial, insustituible. El compromiso con el aleteo íntimo, desde donde incubamos nuestras formas evolutivas. Nos movemos con las olas, pero dominándolas, palpándonos, descubriéndonos.