En tiempos en los que la sensibilidad de las siguientes generaciones está en riesgo a causa de la falta de contacto humano en temprana edad, resurge una herramienta, siempre presente en la pedagogía, y que no ha sido colocada en el último puesto de los recursos para concientizar: un acercamiento al arte.
Según el artista y educador colombiano Felipe Sepúlveda, quien además es el coordinador de Adecuaciones y Proyectos Culturales del área pedagógica de la Fundación Carulla, desde el nacimiento hasta los 7 años, cuando los niños se encuentran en un estadio de formación, en donde se desarrolla el tejido neuronal, el uso del arte potencia y genera redes más fuertes en el cerebro.
Los beneficios del dedicarse a actividades artísticas en temprana edad varían desde ámbitos físicos, intelectuales y cognitivos, a emocionales y sociales. Según un artículo de la investigadora Jill Englebright Fox (profesora de Educación Infantil en la Escuela de Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Houston-Victoria) y quien además privilegia el juego al aire libre, como el gran laboratorio de crecimiento, destaca que al aprender a modelar arcilla, pintar con pinceles, o escribir, se desarrollan habilidades motoras y se mejora el control de los movimientos.
La música en particular acelera el aprendizaje de idiomas, de la lectura, de la matemática, y aumenta la memoria. (Benefits of the art in early childhood, Camille Graham). Otros beneficios además del desarrollo de capacidades físicas incluyen una mayor capacidad de problem solving -debida al incremento de la creatividad- un aumento de la capacidad de concentración y de la paciencia, y mejora la percepción del entorno.
Como mencionado anteriormente, los beneficios no se limitan a lo físico ni a lo intelectual. Un documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), afirmó que el arte ayuda al crecimiento de una identidad con valores civiles. Acostumbra los niños al trabajo en equipo y aumenta la autoestima. Les da una forma concretar y comprender mejor sus sentimientos y sus emociones, y expresarlas al mundo. Y el reconocimiento de los proprios sentimientos y emociones los hace más sensibles a las emociones de los demás.
El aspecto más importante del crecimiento es la relación con los padres, y la capacidad de comunicación. También contribuye a expresar y comprender las necesidades propias y del otro, así como la construcción de una sana relación y mejora la comprensión entre padres e hijos a través de proyectos artísticos colaborativos. Los niños necesitaran ayuda, y al recibirla se instauran fundamentos de fe y seguridad.
Vivimos tiempos donde es evidente la preocupación por el futuro, por esas generaciones, que crecen bajo el yugo del distanciamiento social, sin las interacciones que vivimos nosotros en la infancia. ¿Cómo pueden aprender lo que aprendimos? ¿El futuro nos presentará una humanidad desensibilizada? Cuando la educación se vuelve virtual, se limita automáticamente la influencia de los maestros y la interacción con los compañeros. Los padres –y no siempre- son quienes terminan asumiendo la ardua tarea de estimular sensibilidad a sus hijos, que sean empáticos, con valores, con impulso, creatividad, capacidad de concentración y solidaridad. El arte puede volverse una herramienta más que útil, determinante.
Fuentes: https://www.eltiempo.com/abc-del-bebe/nino/2-a-4-anos/el-arte-desarrolla-habilidades-para-que-los-ninos-se-desenvuelvan-en-sociedad-15033 https://files.eric.ed.gov/fulltext/ED536463.pdf https://iel.org/sites/default/files/ArtinEarlyChildhoodCurriculumConnections.pdf https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000187981