Lo primero que uno percibe de este intelectual venezolano, es esa entereza con que aborda los problemas sociales y políticos del país. Teódulo López Meléndez (Barquisimeto, 1945) profesor universitario, abogado, escritor, poeta, ensayista, traductor, no hace concesiones con la mediocridad, ni habla por hablar, ni escribe por escribir. Su más de cincuenta libros –poemas, novelas, ensayos- son una muestra de esa inquebrantable manera de ver al mundo y de hacer pedagogía del conocimiento.
Cuando lo invitan a un programa de radio, para que hable de la realidad venezolana, altera el discurso de la sobremesa y fija una tendencia. No lo hace adrede, sino que su enfoque desmonta cualquier interés por hacer ver que, como decía Weber, ya no es cierto que en su actividad “lo bueno sólo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”. Sobreviene la polémica y Teódulo comienza a separar una cosa de la otra, los casi invisibles tejidos del andamiaje político latinoamericano, europeo, todo lo que huela a dominio global. Y halla la semilla. Siempre.
Aunque es un hombre esencialmente vinculado al campo de las letras, buena parte de su labor como teórico se ha centrado en el Derecho Económico Internacional y de la Integración. Ejerció cargos diplomáticos en Argentina, Portugal e Italia. Conoce el mundo y el mundo lo conoce a él, por eso, a menudo, anda con la antorcha de la polémica encendida, despejando dudas y reiterando lo que en más de una ocasión ha reiterado: “La noticia, si suponemos por un instante que existe, es siempre vieja. Ello nos lleva a concluir que los massmedia sienten particular odio por todo lo que se mantiene”, decía en La hojarasca sobre la hierba, ensayos escogidos.
Teódulo ha traducido a Ungaretti, Quiasimodo, Eugenio Montale y a Fernando Pessoa. Se ha movido en tantos territorios del saber, con mucha propiedad, y el efecto de ese inquietante espíritu por el conocimiento, se ha traducido, entre otras publicaciones, en los ensayos políticos: Introducción a la política (1969), El venezolano amaestrado (1978), Reflexiones sobre la República (1978): ensayos literarios, Pessoa, la respuesta de la palabra (1992), El último texto (2006); en poesía, Alineación itinerante (1972), Viaje en la comedia (2000), y en narrativa, las novelas Selinunte (1996) y El efímero paso de la eternidad (1998).
1-Lo que más te gusta de la vida y lo que menos.
La vida es un grueso diccionario lleno de buenas y malas palabras. Implica la vida nacer, crecer, crear y morir. Esta palabra suele usarse para distinguir de aquello que está muerto y, paradójicamente, termina devolviéndose sobre sí misma en su desembocadura natural, el fin. Me gusta haber nacido como me gustará morir. En el trayecto entre ambos polos seguramente están aquellas cosas que menos nos gustaron, tal vez una sonrisa que no pudo compartirse, tal vez un error evitable, tal vez no habernos quedado en aquella ciudad, tal vez no haber alzado vuelo en la luz de un otoño.
2.-Sientes estar en el planeta apropiado, en pertenencia, como habitante.
No hay otro planeta para nuestra especie, al menos por ahora, de manera que se está en el apropiado por su exclusividad arrogante, aunque momentánea. Pertenezco al planeta en la medida que aquí soy y aquí habito. Afortunadamente, los escritores podemos construirnos otros, como lo he hecho, por ejemplo, en mi primera novela Selinunte. Para algunos el planeta apropiado es el de la palabra.
3.-¿De nacer de nuevo te gustaría volver aquí?
Aquí no se podrá volver. La situación es a la inversa: en cien o doscientos años el hombre deberá marcharse de este planeta, admonición que encontramos ya en Stephen Hawking. No habrá lugar posible de retorno. Si para entonces conservamos lo que se denomina nostalgia podremos mirar aquí desde la lejanía del cosmos.
4.- ¿Crees haber escogido a tus padres, tus hermanos?
Imposible que un espermatozoide tenga una memoria que exceda a la del natural camino para fecundar. Es un azar, al menos dejémosle algo al azar.
5.-¿Qué preservas de tu niño interno, asimismo, crees no haber madurado en algo?
Preservo la memoria de la primera mirada que es lo mejor de un niño, o al menos debería serlo. En la palabra madurar se incluyen la experiencia y el conocimiento, de manera que puedo decir he madurado en todo porque soy un escritor y para serlo se requiere un conocimiento a fondo de lo humano.
6.- Entre la ocurrencia de un niño y la experiencia de un anciano, ¿qué te sensibiliza más?
Los niños suelen decir “quiero ser grande” o “cuando yo sea grande…” y no tienen más que una idea vaga de lo que significa lo que afirman. Un anciano no puede decir “quiero ser pequeño” o “cuando yo sea pequeño”. Por supuesto que prefiero la ocurrencia de un niño y, como se ha repetido millones de veces, si algo hay que conservar del pasado es la frescura de la niñez. Cuando el anciano ha llegado allí ya se sabe lo que sabe y si es un trabajador del lenguaje le asoma el discreto encanto del excepticismo.
7.- ¿Tienes alguna idea de dónde vienes y para dónde vas?
Vengo de un azar o de un conjunto de ellos. Desde un Big Bang hasta de la vida arrastrándose fuera del agua líquida. Si no fuese un poeta no podría afirmar que, a explorar el universo, como lo hago en el último de los poemarios que he escrito y que está inédito como varios otros. Lo titulé Rondas.
8.- ¿Crees eso de que hay que lograr la mejor versión de uno mismo?
Cada quien es en sí mismo, es la versión. Otra cosa es superarse y la única vía para lograrlo es el conocimiento.
9.-¿Has tenido alguna experiencia que podrías sentir como esotérica, mística o extrasensorial?
Creo que así puede calificarse el caso un de un libro que voló de manera inexplicable desde el estante de mi biblioteca hasta la mitad de la sala y supe que un gran novelista amigo se había marchado. En efecto, minutos después me llamaron para confirmarlo.
10.- ¿Algún sueño recurrente?
No, hasta mis sueños son variados, pero desde hace algunos años me he dado cuenta que sean cuales sean los personajes y las circunstancias soñadas el espacio donde transcurren es en la casa de mi infancia.
11.- ¿Guardas tormentos?
Un tormento es algo que causa dolor físico o mental. No. Puedo acordarme de un error y lamentarlo, pero generalmente se refiere a una omisión.
12.-¿Hay alguna oración, frase, mantra en tu acervo de fe interna?
Esa palabra fe tiene implicaciones teologales, lo que jamás me ha interesado. En lo que creo es en la constancia y en la disciplina.
13.-¿Espiritualidad o religiosidad, o ni la una ni la otra?
No soy religioso, no practico religión alguna. La espiritualidad es algo que depende de las diversas corrientes filosóficas, un conjunto de principios, aptitudes y actitudes, de ningún modo una aceptación pasiva. En cualquier caso, está íntimamente ligada con la práctica de la virtud, palabra que asocio de inmediato a la ética.
14.- ¿Algún rito personal?
Las palabras rito y mito están ligadas. No soy un conservador de tradiciones ni de viejas creencias. Creo en el hombre por su capacidad de inventar.
15.- ¿Amas amándote o por amarte es que amas?
No me amo ni me desprecio. Me acepto tratando de mejorar y la manera de mejorar es estudiando cada día. Amo la nobleza del otro.
16.- ¿Cómo te muestras o demuestras amor?
Aprendiendo cada día algo que no sabía. Y al otro comprendiéndolo.
17.- ¿Te ronda alguna tensión perfeccionista?
Ninguna, ni siquiera en mis textos literarios, pues he aprendido que hasta ellos deben ser imperfectos.
18.- ¿Te dice algo la palabra Dios?
Me dice de la capacidad inventiva del hombre para refugiarse y justificarse.
19.-¿A qué te suena el karma?
Karma, palabra propia del hinduismo y el budismo y de otras concepciones. Sin lugar a dudas de las acciones de las personas se desprenden efectos. Karma como efecto en la reencarnación de lo que fuimos en la anterior vida no me interesa. Los poetas muertos viven sin cuerpo en la nada, en el vacío del universo.
20.- ¿De qué manera celebras tus logros?
Concibiendo un nuevo proyecto. En el caso de un escritor es el próximo libro, escribirlo, no necesariamente publicarlo. Ya tengo inéditos unos cuantos poemarios.
21.- ¿Sientes libertad en ti?
Libertad dentro, sí. La libertad fuera está condicionada por diversos factores, desde económicos y políticos.
22.-¿Crees que el ocio salva o condena?
Cada quien que se lo tome a su medida. Un pintor, un escultor, pueden parecer ociosos, pero en verdad están trabajando arduamente aún sin estar conscientes de ello. ¿Y quién salva y quién condena?
23.- ¿La ignorancia se cura?
Hay varios métodos, por ejemplo viajando y leyendo.
24.- ¿Felicidad, qué es eso?
Una palabra que define un instante o un conjunto de ellos.
25.- ¿Has avistado algún líder, personaje, mentor que te atraiga por ahí?
El mundo se ha convertido en un erial. De nuestro país ni que decirlo.
26.- ¿Eres más paz o de más guerra interna? De paz, lo que seguramente implica tolerancia conmigo mismo, entendida como la capacidad de resistir. La paz proviene del autoconocimiento y, por ende, del reconocimiento de nuestras imperfecciones. Los escritores tenemos la palabra para drenar en nuestras descripciones de las acciones humanas, lo que no significa, en modo alguno, omisión o compli