El Maestro espiritual de origen Indio Jiddu Krishnamurti (1895–1986) escribió A Los Pies del Maestro con tan solo 15 años, relatando aquello que sus propios preceptores le transmitieron. El tipo de lenguaje y expresión es claro y sencillo. Compartimos el capítulo III, puntos claves e indispensables para avanzar en el camino del autoconocimiento: dominio de la mente, dominio de la acción, tolerancia, alegría, aspiración única, confianza.
Jiddu Krishnamurti
Las seis reglas de conducta que particularmente se requieren, las da el Maestro en este orden: dominio de la mente, dominio de la acción, tolerancia, alegría, aspiración única, confianza.
1ª Dominio de la mente. La cualidad «Carencia de deseos» nos demuestra que debemos dominar el cuerpo astral; esta otra significa lo mismo con relación al cuerpo mental. Ello implica dominio del temperamento, de suerte que no podáis sentir cólera o impaciencia; dominio de la mente, de modo que podáis sosegar y tranquilizar el pensamiento y, por medio de la mente, dominio del sistema nervioso, a fin de que se excite lo menos posible. Esto último es difícil, porque cuando os preparáis para entrar en el Sendero, no podéis evitar que vuestro cuerpo se haga más sensitivo, y así los nervios son perturbados por cualquier choque o sonido, y sienten agudamente cualquier presión; mas debéis hacer lo posible por evitarlo.
Mente tranquila significa también valor para arrastrar sin temor las pruebas y dificultades del Sendero; significa además firmeza para considerar serenamente cuanto os acontezca en la vida cotidiana, y evitar el incesante tedio e inquietud que dimanen de ciertos pormenores de la vida, en los que muchos malgastan la mayor parte del tiempo.
El Maestro enseña que a un hombre no le debe importar lo más mínimo cuanto provenga del exterior: tristezas, disgustos, enfermedades, pérdidas; todo esto nada debe significar para él, ni ha de permitir que perturbe la calma de su mente. Estas cosas son resultado de pasadas acciones, y cuando sobrevengan, debéis soportarlas con calma, recordando que todo mal es transitorio, y que vuestro deber es permanecer siempre contentos y serenos. Aquello pertenece a vuestras vidas anteriores, no a ésta; no podéis alterarlo, y, así es inútil preocuparos por ello.
Pensad, mejor, lo que hacéis ahora, lo cual determinará los acontecimientos de vuestra próxima vida, pues esto podéis modificarlo. No cedáis jamás a la tristeza ni a la depresión. La depresión es un mal, porque contamina a otros y torna sus vidas más penosas, a lo cual no tenéis derecho alguno. Por esta razón, si alguna vez os acometen, desechadlas para siempre. Aun en otro sentido debéis dominar vuestro pensamiento; no le permitáis errar a la ventura. Fijad la atención en lo que estéis haciendo, sea lo que fuere, para que lo hagáis con toda la perfección posible.
2ª Dominio de la acción. Si vuestra mente es tal como debe ser, se perturbará muy poco con vuestra acción. Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamiento debe convertirse en acción. En esta labor no caben tibiezas, sino una constante actividad. Pero debéis cumplir vuestro propio deber, no el de los demás, a no ser con su permiso y con el fin de ayudarlos.
Dejad que cada cual cumpla su propio deber, a su modo peculiar; estad siempre dispuestos a ofrecer vuestro apoyo cuando sea necesario, pero nunca os entrometáis. Porque, para algunas personas, la cosa más difícil del mundo es aprender a cumplir sus propios deberes, y precisamente esto es lo que vosotros debéis hacer. Aunque tratéis de realizar una labor más elevada, no por ello debéis olvidar vuestros deberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satisfechos, no estaréis en libertad para prestar otros servicios.
3ª Tolerancia. Debéis sentir perfecta tolerancia hacia todos y un sincero interés por las creencias de los que profesan otras religiones, tanto como por la que profesáis. Porque la religión de los otros es un sendero que conduce a lo más elevado, lo mismo que la vuestra. Para ayudar a todos, debéis comprenderlos. Más, para alcanzar esta perfecta tolerancia, debéis libraros antes del fanatismo y de la superstición. Debéis saber que no hay ceremonias necesarias; de otro modo es consideraríais algo mejores que los que no las practican.
Sin embargo, no debéis vituperar a los que aun las necesitan. Dejadles hacer su voluntad; pero ellos no deben meterse con vosotros, que sabéis la verdad, ni deben tratar de imponeros aquello que habéis trascendido. Sed indulgentes y bondadosos en todo. Ahora que vuestros ojos están abiertos, quizás os parezcan absurdas algunas de vuestras antiguas creencias y ceremonias; tal vez lo sean en realidad.
Pero, aunque ya no toméis parte en ellas, respetadlas por consideración a aquellas buenas almas para quienes todavía tienen importancia. Ellas tienen su lugar y su utilidad, como la falsilla le sirve a un niño para escribir derecho, hasta que aprende a escribir mejor y con mayor igualdad sin ella.
4ª Alegría. Debéis sobrellevar alegremente vuestro karma, cualquiera que sea, aceptando como un honor que el sufrimiento caiga sobre vosotros, porque esto demuestra que los Señores del Karma os consideran dignos de ayuda. Por muy penoso que resulte, agradeced que no sea peor. Recordad que podréis servir muy poco para la labor del Maestro, mientras vuestro mal karma no se extinga y quedéis libres. Al ofreceros a Él, habéis pedido que se acelerase vuestro karma, y así, en una o dos vidas haréis lo que de otro modo hubierais debido hacer en cientos. Pero a fin de obtener el mejor resultado, debéis sobrellevarlo alegremente. Todavía hay otro aspecto. Debéis desechar toda idea de posesión. El Karma puede arrebataros las cosas que más queráis y hasta a las personas que más améis. Aun entonces debéis permanecer alegres, dispuestos a separaros de todo.
5ª Aspiración única. El objetivo que debéis tener a la vista es realizar la obra del Maestro. No debéis jamás olvidarla, cualesquiera que sean las ocupaciones que os salgan al paso, y ninguna otra labor puede interponerse en vuestro camino, porque toda la que sea fecunda y desinteresada es labor del Maestro, y debéis ejecutarla por amor a Él. Además, debéis poner toda vuestra atención en cada parte de la misma, para que la hagáis lo más perfecta posible.
El mismo Instructor dijo también: «Sea lo que fuere que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Pensad cómo ejecutaríais una obra si supieseis que el Maestro ha de venir a verla; así debéis realizar toda labor.» Los más conscientes sabrán mejor lo que este versículo significa. Y hay otro semejante y mucho más antiguo: «Esfuérzate tanto como puedas en cumplir cualquier cosa que se te presente.» Aspiración única significa también que nada deberá jamás desviaros, ni siquiera por un momento, del sendero en que habéis entrado. Ni tentaciones, ni placeres terrenales, ni mundanos afectos deberán nunca apartaros de él.
6ª Confianza. Debéis confiar en vuestro Maestro; debéis confiar en vosotros mismos. Si ya habéis visto al Maestro, confiaréis del todo en Él a través de vidas y muertes. Si aún no Lo habéis visto, debéis tratar de imaginároslo y confiar en Él, porque si no lo hiciéreis, no podrá Él ayudaros.
Sin completa confianza no puede establecerse la perfecta corriente de amor y de poder. Debéis tener confianza en vosotros mismos. ¿Decís que os conocéis bien a vosotros mismos? Si tal creéis, no os conocéis; tan sólo conocéis la débil corteza externa que con frecuencia cae en el cieno. Vosotros, vuestro Yo real, es una chispa del propio Fuego Divino; y como Dios, que es omnipotente, está en vosotros, nada hay que no podáis hacer si queréis. Decíos: «Lo que hizo un hombre, otro hombre puede hacerlo. Yo soy un ser humano, más aún, soy Dios en el hombre: puedo y quiero hacerlo.» Porque vuestra voluntad debe ser cual acero templado, si queréis hallar el Sendero.
gracias, una sencilla y gran guía para seguir el sendero elegido. ONS
Grazie..questa lettura oggi mi ha fatto ricordare quello che è importante????Om Namah Shivaya