El aborto voluntario está presente en numerosas culturas desde la antigüedad. Cada grupo humano ha tratado de solventar las implicaciones éticas de este acto, a través de regulaciones morales y jurídicas que suelen generar controversias entre los que lo apoyan y los que se oponen a esta práctica.
El debate sobre el aborto pone sobre el tapete toda una serie de consideraciones que no son fáciles de resolver, ni siquiera desde un punto de vista objetivo, jurídico, ni que decir del ético-moral. Actualmente, el aborto a petición de la mujer es legal en 58 países, mientras que 134 lo autorizan bajo ciertas condiciones justificadas y solo 5 lo prohíben bajo cualquier circunstancia: El salvador, Nicaragua, República Dominicana, Malta y el Vaticano. El primer país del mundo en legalizarlo fue la Rusia Bolchevique en 1920 y en los Estados Unidos, después de 50 años de legalización, actualmente se está debatiendo su prohibición total.
Actualmente, ante el envejecimiento de la población,
se están introduciendo limitaciones al aborto
voluntario, reduciendo el límite del tiempo establecido
para practicarlo de 27 semanas de gestación a 14.
Un caso extremo de manipulación del aborto, al margen de todo tipo de consideraciones de orden deontológico en función de los intereses del estado, es en China. Hace unas décadas la política oficial de un solo hijo, con el fin de frenar la superpoblación del país, obligaba a las mujeres a abortar si ya tenían un hijo. Actualmente, ante el envejecimiento de la población, se están introduciendo limitaciones al aborto voluntario, reduciendo el límite del tiempo establecido para practicarlo de 27 semanas de gestación a 14.
Estos cambios de actitud ante el aborto no son ajenos para la cultura cristiana occidental, en la que predominó durante siglos la idea aristotélica de que el aborto era aceptable, si no excedía los 40 días de gestación, en el caso de los fetos masculinos, o los 80 días si eran femeninos. Esta posición fue vetada hace 140 años por la bula papal «Apostólica Sedis» del papa Pío IX, promulgada en 1869, así que interrumpir un embarazo dentro de esos lapsos no implicaba aniquilar una vida humana para los feligreses de la Iglesia Católica de aquella época.
Esta posición de la Iglesia fue extremada por el Papa León XIII, quien emitió un decreto en 1886 en el que se prohibían todos los procedimientos de interrupción del embarazo, incluso para salvar la vida de la madre, imponiendo la excomunión para los involucrados.
En la Biblia no existe indicaciones explícitas en contra del aborto voluntario. La cita más comentada se encuentra en Éxodo 21: 22-23, donde se pena con una multa al que haga abortar a una mujer a golpes, pero si esta fallece, los implicados debían ser condenados a muerte. Esto es interpretado por los que apoyan el aborto voluntario como que no se consideraba el aborto en sí como un homicidio, sino como un daño grave a la propiedad familiar. Sin embargo, numerosos teólogos desde los inicios del cristianismo se han opuesto al aborto rotundamente.
El debate actual acerca del aborto voluntario
apela más a los convenios morales de la sociedad
que a la ética en sí misma. Está como principio general,
es un pensamiento, una reflexión individual sobre
lo que está bien y lo que está mal, sin depender
de un contexto determinado.
El debate actual acerca del aborto voluntario apela más a los convenios morales de la sociedad que a la ética en sí misma. Está como principio general, es un pensamiento, una reflexión individual sobre lo que está bien y lo que está mal, sin depender de un contexto determinado. La moral, por otro lado, son convencionalismos sociales sobre el bien y el mal que puede variar dependiendo de la sociedad en la que el individuo se encuentre. De allí que, por ejemplo, para los árabes eruptar en la mesa durante la comida es un gesto apreciado de satisfacción gastronómica, por el contrario, en la cultura occidental es un acto desagradable y de mala educación.
El primer decreto de legalización del aborto, el de Rusia, en su introducción decía: «La legislación de todos los países combate este mal mediante el castigo a las mujeres que deciden abortar y a los médicos que llevan a cabo la operación. Sin haber obtenido resultados favorables, este método de combatir el aborto condujo estas operaciones a la clandestinidad y convirtió a la mujer en una víctima de mercenarios, a menudo ignorantes, que hacen de las operaciones secretas su profesión»
Como se puede apreciar, el decreto define al aborto como un mal, pero también reconoce que simplemente penalizarlo no soluciona nada, sino que genera nuevos males. Actualmente, se estima que unas 47.000 mujeres mueren al año como resultado de prácticas abortivas ilegales, cifra que pudiera ser aún mucho mayor si consideramos la impresionante cifra de 73 millones de abortos legales que se practican en el mundo anualmente, según el Gutmayer Institute.
Los argumentos a favor del aborto son bien conocidos, desde el que sea resultado de un acto involuntario, no deseado, ya sea por inconsciencia de los actores, pasando por violaciones, incestos. Otras justificaciones esgrimidas son enfermedades, anomalías genéticas del feto, que el embarazo ponga en peligro la vida de la madre, que el feto ya haya fallecido en el vientre materno y no se produzca un aborto espontáneo o situaciones personales ya sean mentales, emocionales o económicas.
Los argumentos en contra apelan fundamentalmente al derecho a la vida del ser por nacer, lo que nos lleva a reflexionar sobre la existencia del alma como aspecto definitorio de la vida del ser humano. Desde el punto de vista biológico, un embrión está vivo desde el momento de la fecundación, tan vivo como el óvulo y el espermatozoide de los cuales se origina y, sin embargo, estos últimos son desechados sin ningún remordimiento.
Así que, un punto clave sería definir cuál es el
momento en que el alma se incorpora al feto,
en que momento podemos considerarlo
como un ser vivo y no simplemente un
conglomerado de células reproduciéndose,
como es el caso de los tumores.
Así que, un punto clave sería definir cuál es el momento en que el alma se incorpora al feto, en que momento podemos considerarlo como un ser vivo y no simplemente un conglomerado de células reproduciéndose, como es el caso de los tumores. No existe un consenso o una comprobación de cuál es el momento exacto en que el alma se aloja en el cuerpo por nacer, pues inclusive hay quienes creen que el alma no existe. Las creencias al respecto van desde asumir la fecundación del óvulo como el inicio de la vida individual, hasta la idea de ciertos grupos étnicos de la India que no consideran al recién nacido como una persona, sino hasta después de un mes de nacido, momento en el que se le otorga el nombre.
Tal vez el indicador más certero de este hecho sea el momento en que el corazón del embrión comienza a latir, ya que la mayoría de las religiones lo consideran como el asiento del alma. Esto sucede durante en la sexta semana del embarazo, lo cual coincide con las creencias aristotélicas por las cuales se guiaba la iglesia hasta la bula de Pío IX.
Como se puede ver, el dilema ético de recurrir al aborto, por las razones que sea, solo puede ser resuelto individualmente, y en cada caso se requiere que los actores involucrados en la decisión apelen a su propia consciencia para resolverlo. La simple prohibición no aporta una solución universal para resolver este dilema entre el bien y el mal, entre la vida del feto o la de la madre, entre la miseria de una existencia en un cuerpo deforme, discapacitado o la oportunidad otorgada a un ser de superar toda adversidad y billar con luz propia.
Fuentes consultadas: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-44259569, https://cnnespanol.cnn.com/2021/10/01/analisis-china-abortos-promover-igualdad-genero-trax/, https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00152002000200008, https://www.denisonforum.org/resources/que-dice-la-biblia-sobre-el-aborto/#Que-dice-la-Biblia-sobre-el-aborto, https://www.alianzaporlasolidaridad.org/noticias/47-000-mujeres-mueren-cada-ano-en-el-mundo-en-abortos-inseguros, https://www.guttmacher.org/es/fact-sheet/aborto-inducido-nivel-mundial, https://pixabay.com/
Hermoso y balanceado texto. No soy mujer, pero desde mi genitalidad masculina aprecio el mérito.
Reflexión profunda y muy particular. Ciertamente la mujer que es quien acepta la vida en su cuerpo, al no profundizar en ello, se vee expuesta a sentimientos y responsabilidades inherentes a su sexo. Tomar conciencia de ello, se da en la experiencia, y se necesita algo llamado Amor, para lograrlo. Aceptarlo llevará la vida misma, lo que dure. Es decir, Ser mujer es grande, ser Madre, es mucho más aún, y se gana en acciones, muy bello. ONS!
Me gusto mucho leer este artículo. La verdad este tema es muy complejo y pienso que hiciste un buen trabajo. Muchas gracias.