De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada año más de 700 mil personas se quitan la vida. Los detonantes son variados, y dependen necesariamente del carácter y el contexto de cada persona. Se ven casos como el fracaso en los estudios, la pérdida de empleo, los antecedentes familiares, enfermedades mentales sin diagnosticar, adicciones y, en suma, una profunda pérdida de sentido, entre aquellos factores que configuran los riesgos de los actos suicidas.
Según un estudio científico realizado por la revista Salud Pública, de un total de 106 pacientes que contemplaba su experimento, 58,5 % pertenecían al grupo de baja letalidad y 41,5 % al grupo de alta letalidad. Esto indica su propensión a cometer suicidio. Los porcentajes más elevados de esta tendencia se presentaron, en la mayoría de los casos, en el grupo de alta letalidad; pero sólo en dos factores se encontró diferencia estadística significativa: las condiciones resultaron siendo el hecho de “vivir solo” y también la condición de “intoxicación etílica previa”, frecuentemente asociada al alcoholismo.
Los factores de riesgo asociados a intento de suicidio que presentaron los porcentajes más elevados en ambos grupos fueron: antecedente familiar de alcoholismo, tentativa suicida personal previa, ansiedad generalizada y distimia.
«Las personas que tienen tendencias suicidas pierden
interés en actividades que, por lo general,
consideraban agradables. Cambian sus patrones de
alimentación y de sueño. Se sienten fatigadas, con poca
energía, y notoriamente ansiosas, irritables o inquietas…»
En otras palabras, el estudio demuestra que las condiciones que pueden inducir el suicidio son la soledad, la ansiedad y el alcoholismo, además de que haya habido un evento previo de intento de suicidio, lo cual agrava altamente esta propensión. No obstante, en otros estudios encontramos una ampliación considerable de estos factores, en donde además se suman motivos como el sentimiento de desesperanza, impotencia, falta de valor, o tristeza crónica. Las personas que tienen tendencias suicidas pierden interés en actividades que, por lo general, consideraban agradables. Cambian sus patrones de alimentación y de sueño. Se sienten fatigadas, con poca energía, y notoriamente ansiosas, irritables o inquietas. Padecen dolor físico sin una causa aparente. Su rendimiento escolar o laboral baja considerablemente. Pueden tener dificultad para concentrarse o tomar decisiones, y en algunos casos tienden a no querer estar en contacto con otras personas.
Otros factores que la medicina y la psicología ha encontrado en los últimos años son las tendencias a que estas personas pueden tener pensamientos suicidas o relacionados con la muerte de forma frecuente. Definitivamente el consumo de drogas y alcohol en exceso también es un signo de la potencialidad del suicido, sobre todo si a esto se acude como paliativo ante la depresión.
Las personas que cargan un historial familiar de condiciones de salud mental como la depresión, o la tendencia genética al suicidio, episodios de abuso o similares, también la llevan difícil en este sentido. Los eventos como por ejemplo una pérdida importante, una muerte cercana, el final de una relación, o la ruptura del hogar también son catalizadores del suicidio en las personalidades con esta tendencia.
No obstante, incluso el contexto social ha de ser tenido en cuenta para el estudio de esta materia. En una aproximación sociológica Émile Durkheim resalta que los efectos que posibilitan el suicidio no varían por causas orgánicas, sino según el estado del medio social, presentando así el suicidio como un hecho social. Aspectos como la pobreza, el desempleo o la precariedad en las condiciones de vida podrían aumentar los casos de suicidio en una determinada comunidad.
«Es una decisión radical, que por lo general
proviene de un contexto y una vida con poca claridad,
con problemas y oscuridades estructurales,
historias de familia difíciles que se llevan en la sangre,
recuerdos del pasado y heridas sin sanar…»
Como forma de terminar con la propia vida el suicidio siempre resultará impactante para quienes son sus testigos. Es una decisión radical, que por lo general proviene de un contexto y una vida con poca claridad, con problemas y oscuridades estructurales, historias de familia difíciles que se llevan en la sangre, recuerdos del pasado y heridas sin sanar.
Hablar de esto, informarse y darlo a conocer resulta de gran importancia. Además, tener conciencia de los factores que pueden llevar a alguien a suicidarse nos puede permitir extender una mano de ayuda para quien lo necesite, por supuesto teniendo en cuenta el profesionalismo que se necesita para tratar un caso así. Este conocimiento resultará provechoso y beneficioso para todo aquel que lleva a cuestas desórdenes como la depresión crónica, adicciones, soledad, entre muchos otros.
Fuentes consultadas: http://www.scielo.org.co/pdf/rsap/v12n5/v12n5a02.pdf, https://www.cigna.com/es-us/individuals-families/health-wellness/topic-suicide-prevention/suicide-risk-factors-and-warning-signs
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me pareçe interesante y real.
Esta aproximación aporta en la comprensión de síntomas, condiciones y patrones que de lograr acompañar a tiempo, es posible que se salven vidas ante la desesperación de quienes deciden radicalmente el no afrontar más su presente.
Gracias Juan Camilo, me pareció tu texto sensible y solidario.
Saludos.