El sujeto deportivo busca sobrevivir a cualquier precio. Su estabilidad define el equilibrio de una gigantesca maquinaria de la industria del entretenimiento que solo es comparable con las aceitadas y complejas fibras de las religiones en el mundo. Si Marx estuviera vivo habría sustituido la religión por el deporte como el opio de los pueblos, o quizás, como buen prusiano, el futbol hubiera sido objeto de una impredecible devoción.
El deporte ha caído en un agujero negro y no quiere admitirlo. Ya se ha dicho y se ha ratificado; como categoría de la representación carga con un peso envidiable, y ahora, que al no poder ser observado in situ, con el frenesí de lo multitudinario, hace incompleta la ceremonia. Ahí va, forzando o intentando recomponer lo que en un momento fue el paradigma del goce colectivo. Sí, aquellas disciplinas que atraviesan el desierto en conjunto, béisbol futbol, baloncesto, al menos estas tres, que están sujetas a una redondez, son, por lo general, quienes marcan el territorio.
“Nadie sabe con exactitud cuándo volverán
a llenarse los estadios. En España el estado de
alarma culminará el 9 de mayo, razón para
enviar señales de esperanza a una civilización
que ha estado anclada”
Lo más enfático es que la exaltación tiene que estar presente en la cancha. La pasión del fanático en la grada. Eso es insuperable. Ese instinto atávico se detuvo, se entiende, en lo masivo. Nadie sabe con exactitud cuándo volverán a llenarse los estadios. En España el estado de alarma culminará el 9 de mayo, razón para enviar señales de esperanza a una civilización que ha estado anclada, participando del futbol, en ambientes postizos, al menos esa hinchada que acostumbraba asomarse los domingos a los estadios.
La imagen del hombre como espectador, se ha sometido a la maravillosa singularidad de tener que redefinir su estatus de observador. Con aforos limitados, con la controversia a cuestas -pues esa latencia, que ha petrificado su sociabilidad, lo condena a una incertidumbre mayor- sin contar con esos socios de tribuna, donde jugaba a perderse, a pasear al insufrible niño interno, a procurarse la polémica de la noche, por lo que ese rango de participación ha sido reducido por los centenares públicos de cartones, como una especie simbólica de reduccionismo de la materia. Lo inerte frente al acoso del virus.
Por otro lado, nos encontramos con formas desaforadas de sobrevivir al espectáculo a través de fórmulas no menos desenfrenadas. El deporte en EEUU es una maquinaria que movilizó, solo en 2018, la cifra de 4.435 millones de dólares, lo que representa 50% del total de ingresos en ese rubro en todo el planeta.
Es sabido que el pez chico se come al pez grande, y el coronavirus se lo come a los dos. Aunque hay anzuelos más poderosos. Días atrás, nació una conspiración de un gigante contra otro de su misma especie. Y no se trata de ricos contra pobres, porque la Liga Europea y la Champions fagocitan esa nomenclatura de los desamparados y los poderosos, respectivamente, en orillas distintas.
“La moral deportiva es muy elástica.
Todos quienes apoyaban a la sacrílega
propuesta, dejaron solo al inventor”
Solo que esta vez, el politburó guiado por el gran gerente de inmobiliarias, el español Florentino Pérez, envió un globo de ensayo, y creó una mancomunidad clubes europeos, llamada la Súper Liga. Murió repentinamente. La moral deportiva es muy elástica. Todos quienes apoyaban a la sacrílega propuesta, dejaron solo al inventor.
Pero en esa única posibilidad de un inhalar y exhalar, fue suficiente para ratificar que todos quieren seguir haciendo lo mismo; jugar como si los tiempos no exigieran ningún cambio. No al sistema americano, donde se acuerdan los salarios. El modelo europeo es anárquico. Se habla de mucho dinero, mal repartido. Messi, Cristiano Ronaldo, Neymar, por mencionar los futbolistas mejores pagados, no son propiamente ejemplos de conducta ética.
La pelota sigue siendo redonda, aunque el negocio no lo es. Y ahí, Florentino deberá esperar tiempos peores. “Algo había que hacer y la pandemia nos ha dicho que debía ser con urgencia porque estamos todos arruinados”, dijo el presidente del Real Madrid, un hombre acostumbrado a tallar piedras preciosas, a estructuras equipos de casta, y para ello, no simula; vive el rol de magnate. Impuso un criterio con la era galáctica madridista, hace 21 años. Compraba a jugadores de vanguardia y los convertía en marca a través de la mercadotecnia que las mismas figuras generaban.
La visión separatista de ejecutar la Súper Liga, sigue latente. Y es obvio que Florentino quiso surfear la ola del virus. Sacarle provecho. Separar para reinar. Muy elemental. El deporte tiene esa confluencia, donde se lavan ideas retorcidas, se convierten en empeños personales, se toman decisiones unilaterales, polarizas y los medios hacen comparsa. Y lo que es peor, modela una conducta social.
Fuentes: https://www.rtve.es/deportes/20210427/publico-vuelve-estadios-ultimos-partidos-liga/2087792.shtml https://www.infobae.com/america/deportes/2020/05/13/publico-de-carton-el-reemplazo-para-los-espectaculos-deportivos-en-los-estadios-del-mundo/ https://www.xn--viviendoelsueo-2nb.com/estudiar-en-estados-unidos/deportes/
Muy buenos artículos. Me conmovió el de la madre. Gracias